Manuel Gutiérrez de la Concha, Marqués del Duero, murió hace 150 años como los grandes héroes: dirigiendo a sus tropas desde primera línea de combate de cara al enemigo. Fue en la tormentosa tarde del 27 de junio de 1874 en la batalla de Monte Muru (Abarzuza), cerca de Estella, donde el fundador de San Pedro Alcántara, dirigiendo desde el frente al Ejército del Norte, encontró la muerte ante las tropas carlistas.

La importancia del personaje es tal que el propio Benito Pérez Galdós reflejó su muerte en su obra De Cartago a Sagunto: “con voz displicente dijo a su ordenanza: Ricardo, el caballo. Estas fueron las últimas palabras que pronunció en el mundo de los vivos… En el momento de cruzar la pierna derecha por la grupa del caballo, una bala, que lo mismo pudo venir del cielo que del mismo infierno, le atravesó el corazón. Con débil gemido expiró el primer soldado español de aquellos maldecidos tiempos”.

El Marqués del Duero fue un gran emprendedor que creó la mayor colonia agrícola de España: San Pedro Alcántara. Fue un visionario empresario que invirtió grandes sumas de dinero para modernizar el sector agrícola en las miles de hectáreas que adquirió en Marbella, Estepona y Benahavís. Sin embargo, su papel como militar centra la atención de este artículo, en el que se relata cómo fueron sus principales hechos de armas.

LA TRAYECTORIA DEL MEJOR SOLDADO DE ESPAÑA

Manuel Gutiérrez de la Concha está considerado como una de las figuras más destacadas del siglo XIX: Grande de España, miembro de la Orden del Toisón de Oro y presidente del Senado durante cinco legislaturas consecutivas. Además de estar considerado como uno de los generales y estrategas más importantes del siglo XIX en España. Fue poseedor de nueve Laureadas de San Fernando, la máxima condecoración que puede recibir un soldado español. La última la recibió a título póstumo tras morir en el campo de batalla contra los carlistas.

Sin embargo, hasta esa fatídica tarde junio de 1874, hace 150 años, el Marqués del Duero había acumulado más de 50 años de experiencia bélica luchando contra los enemigos internos y externos de España. Según el historiador José Luis Casado Bellagarza, ingresó como cadete de la Guardia Real con sólo 12 años, en 1820. En 1833 participó en la I Guerra Carlista “donde demostró su valor, dotes de mando y capacidad táctica, a la vez que sufrió sus primeras heridas en combate. En 1840, al acabar la guerra, ya ostentaba el grado de mariscal de Campo. En 1849, con sólo 41 años, fue ascendido a capitán general, el máximo grado de la escala militar. Además fue autor de varios libros sobre táctica, con gran reconocimiento por parte de sus contemporáneos”.

el marqués del duelo luciendo sus condecoraciones.

Otro de los que mejor conoce la figura del Marqués del Duero es Antonio Moral Roncal, profesor de la Universidad de Alcalá, miembro de la Real Academia de la Historia, y autor del libro El marqués del Duero. Un modernizador del siglo XIX. Biografía breve.  El profesor Moral coincide con Casado Bellagarza en resaltar la increíble carrera militar del fundador de San Pedro: “el Marqués participó en más de cuarenta acciones. Durante la Primera Guerra Carlista participó en los combates entre isabelinos y carlistas en Nazar y Aserta el 29 de diciembre de 1833, hasta la batalla de Olmedilla el 15 de junio de 1840. En medio, combatió en Orbiso, Lárraga, Arroniz, Galarreta, Arlabán, Urnieta, etc. Basta con recordar que, sólo en 1834, participó en 14 acciones de combate. Asimismo, luchó en la Segunda Guerra Carlista en los años 1847 y 1849, consolidando su fama su victoria en Las Muñecas en 1874, durante la Tercera Guerra Carlista, aunque falleciera al poco tiempo en la batalla de Monte Muru o Estella”.

Respecto a las condecoraciones que recibió, 9 Laureadas de San Fernando, el profesor Moral señala que “obtuvo tanto de primera como de segunda y tercera clase. El 14 de octubre de 1839, por Real Orden, le fue concedida la cruz pensionada de segunda clase de San Fernando en conmutación de las cuatro que había ganado hasta ese momento”.

De entre todas las campañas en las que participó conviene destacar dos, la batalla de Olmedilla y la campaña de Portugal, ya que son dos acciones bélicas en las que demostró sus grandes cualidades como militar y también, en la última, como diplomático.

BATALLA DE OLMEDILLA, CÓMO GUTIÉRREZ DE LA CONCHA LIQUIDÓ LA SEGUNDA GUERRA CARLISTA

En el contexto del final de la II guerra Carlista, cuando las tropas realistas estaban a punto de derrotar a los carlistas, el general Espartero había encomendado en 1840 al mariscal de campo Manuel Gutiérrez de la Concha la liquidación de los núcleos carlistas en Cuenca y Guadalajara. Tras cumplir esta misión, al futuro Marqués del Duero se le dio una nueva tarea aún más importante y delicada: escoltar a la Reina Isabel II y a su madre, María Cristina, en un arriesgado viaje a Barcelona en el que tendría que atravesar zonas ocupadas por tropas carlistas.

Gutiérrez de la Concha salió de Madrid el 10 de junio de 1840 al frente de su ejército con las reinas y un gran convoy de acompañamiento. Cinco días después se situó en Medinaceli, sabiendo que había dos ejércitos carlistas muy cerca de su posición. “El jefe carlista Palacios se dirigió hacia las tropas de Gutiérrez de la Concha, demostrando que no abandonaba la oportunidad de intentar raptar a las personas reales, lo que hubiera supuesto un enorme problema al proyectado final del conflicto bélico en toda España”, explica el profesor Moral.

El futuro Marqués del Duero decidió enfrentarse a su perseguidor, “el cual había concentrado 6.000 soldados de infantería y 1.000 caballos en las alturas inmediatas a Olmedilla, apoyando su derecha en una cima poblada de árboles y rodeada de cercados de piedra, que servían como parapeto a los tres batallones que la ocupaban. Las fuerzas de ambos bandos se enfrentaron hasta la derrota carlista, siendo capturados más de 1.400 hombres” relata el biógrafo de Gutiérrez de la Concha.

La victoria de Olmedilla fue considerada la última de las batallas de la II Guerra Carlista. El Gobierno distinguió a Concha con la Gran Cruz de San Fernando y las Cortes aprobaron un voto de agradecimiento por ese hecho de armas, en defensa de la Corona y que había acelerado la desintegración de los carlistas.

LA CAMPAÑA DE PORTUGAL, CÓMO GUTIÉRREZ DE LA CONCHA SE GANÓ EL TÍTULO DE MARQUÉS DEL DUERO

Uno de los hechos de armas que encumbró al Marqués del Duero como uno de los mejores militares y diplomáticos de España fue su liderazgo dirigiendo al ejército español que intervino en la guerra civil portuguesa de 1847. Un episodio en el que demostró su capacidad diplomática y su preferencia por resolver el conflicto más con la negociación que con las armas.

 Según relata el profesor y militar Miguel Ángel Ferreiro en su artículo Cuando España ocupó y pacificó Portugal en 1847, ese veranoalrededor de 12.500 hombres fueron enviados a lo largo de la frontera (entre Alcántara y Zamora) bajo el mando del capitán general de Castilla la Vieja, el teniente general don Manuel Gutiérrez de la Concha”.

El general español lideró una rápida marcha por el interior de Portugal, evitando cualquier daño y malestar a la población portuguesa. Según relata el profesor Moral en su libro El marqués del Duero. Un modernizador del siglo XIX. Biografía breve, “Concha dirigió sus fuerzas hasta Oporto donde se situó, evitando el bombardeo de la ciudad, y actuó para impedir derramamientos inútiles de sangre”, con el objetivo de lograr un acuerdo negociado que acabara con la guerra civil portuguesa.

Gracias a su buen hacer, en menos de un mes desde la entrada de las tropas españolas en Portugal se firmó el Convenio de Gramido que selló la paz. Isabel II decidió otorgar a Gutiérrez de la Concha el título de Marqués del Duero por lo bien que había gestionado la situación. “La diplomacia hispana obtuvo un papel de primer orden  en la resolución de la cuestión lusa y, en ella, la actuación de Manuel Gutiérrez de la Concha fue considerada muy positiva para la imagen de España”, sentencia el profesor Moral en su libro.

Tras este éxito diplomático, el ya Marqués del Duero se consolidó como uno de los personajes más importantes de España, dedicando los siguientes años a entrar en política y, paralelamente, poniendo en marcha la colonia agrícola más importante de España en San Pedro Alcántara.

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