El azar quiso sin duda transformarse en símbolo y permitió que dos gigantes de la literatura universal coincidieran en su fecha de defunción. Miguel de Cervantes y Williams Shakespeare acabaron sus vidas en un mismo día 23 de abril. Desde entonces esa fecha conmemora el acontecimiento homenajeando al libro como objeto amoroso que fue para ambos escritores.
Ante la decadencia del papel y de las librerías uno se pregunta de tanto en cuando que vida le queda al libro y si sobrevivirá a este tiempo de cambios. Preguntada a mi misma por su significación encuentro estas respuestas:
El libro es un objeto silencioso pero no inanimado. Desde el estante donde solemos aparcarlo espera pacientemente que dirijamos nuestros ojos hacia él y a continuación lo tomemos entre las manos dispuestos a descubrir sus secretos. Porque cada libro guarda un misterio de vida en su interior que únicamente espera ser explorado.
En las páginas de cada libro están las huellas de quienes lo escriben y las de sus protagonistas. Sumergida en lo más profundo de la negrura de su tinta hallamos el ánima de personajes múltiples: exóticos, prodigiosos, admirables, víctimas, asesinos y hasta santos sin peana.
Ningún momento es igualable al de abrir cuidadosamente sus hojas y comenzar el relato de algo que indiscutiblemente nos sorprenderá por mucho que creamos conocer el meollo de la historia. Puede incluso hacernos reír, llorar o exaltarnos ante algunos renglones que, en la igualdad de su formato ocultan la embriaguez de vidas ajenas.
La tecnología quiere hoy invalidar el papel de sus hojas, su olor y su textura y cambiarlas por un teclado. Tal vez puedan convivir en un mundo tecnificado en demasía. Quizás lleguemos a conformarnos dolorosamente con un dedo articulado que conduzca hasta el interior de nuestra mente lo que dicten las letras.
Las historias relatadas seguirán existiendo aunque su cobijo sea entonces más pobre y menesteroso. Cervantes y Shakespeare exhalarán desde sus tumbas un irónico suspiro de nostalgia y resignación.
A pesar de las sombras oscuras que se ciernen sobre lo literario, hay que reconocer que las editoriales siguen trabajando y publicando libros, cuyo destino final se nos escapa por lo variado de la misma. El libro electrónico tiene sin duda sus adeptos pero parecería que los adictos a la nostalgia seguimos llevando la batuta. Me complace reivindicar para aquellos que puedan estar en mi línea el último libro leído escrito por un autor extremeño que por fortuna tuvimos la suerte de conocer con motivo de un recital magnífico de literatura que el Consistorio tuvo a bien regalarnos creo que hace dos años. Su nombre es Jesús Carrasco, y el título es “LLEVAME A CASA”. Está editado por Seix Barral.
La novela, aunque pequeña en cantidad, tiene una intensidad humana prodigiosa que el autor expone con sorprendente maestría. No se arrepentirán de leerlo.
La literatura es una profesión para los consagrados y una devoción de ritual para quienes esperamos deleitarnos con vidas y hechos cuyo contenido solo a través de ella podemos atisbar.
Larga vida al libro. Me atrevo a repetir que no lo califiquen de objeto para adorno de estantes .Busquen su alma, y descifrarán su misterio.
Ana María Mata
Historiadora y Novelista
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