Documentos sobre la Historia de nuestra ciudad hablan de que el llamado Fuerte de San Luis fue mandado construir por el emperador Carlos V en el año 1574 con el fin de defender la plaza de los ataques de piratas africanos, entre los que se contaba el famoso Barbarroja. En 1752 dicho fuerte tenía siete cañones y su puerta principal daba al norte protegido por un foso con puente levadizo. El historiador Fernando Alcalá nos añade que contaba con capilla, almacén de pólvora, cuarto para las armas de artillería, cuartel para soldados, panadería y mazmorra. En 1810, cuando la invasión francesa, su gobernador era don Pedro de Artola, pero su guarnición parece que era más que nada nominativa, formada en su mayor parte por inválidos, motivo por el que al enturbiarse el panorama bélico, sencillamente lo abandonaron. Un poco más tarde el comandante del Regimiento de Málaga, don Rafael Cevallos-Escalera en gesto heroico lo defendió, pero en diciembre de 1810 el General Sebastiani, jefe de las tropas francesas en Málaga ganó la batalla a los defensores apropiándose de él. Cuando los franceses se retiraron de Marbella el 25 de agosto de 1812 hicieron estallar el polvorín y el fuerte quedó destruido por completo en su ala de levante.
Hasta aquí el somero relato histórico de El Fuerte de San Luis. Las connotaciones humanas del enfrentamiento entre franceses y nativos dieron lugar a posteriores páginas de encono en la vida de la ciudad entre los que fueron llamados “colaboracionistas” y los que lo defendieron a ultranza. Ocurre habitualmente al acabar un suceso bélico, una consecuencia de él suele ser el odio que surge entre los valientes y quienes deciden acepta una convivencia más o menos pacífica con el invasor.
La evolución de este centro defensivo ha ido teniendo con el paso del tiempo cambios muy notables. La primera podría ser el dejar de serlo como defensa, y acabar tras un largo periplo en fábrica de harina regida por el médico soriano llegado a la ciudad don Félix Jiménez Ledesma, que al comprarlo le puso el nombre de “Covadonga”. Tras un incendio extraño, pasó a manos de la melillense Ana Mª Sánchez Luna, que lo transformó en mansión y plantó en el gran número de viñas. La siguiente propietaria llegó a él en busca de alejamiento por la repentina muerte de su marido al que adoraba, el abogado malagueño Francisco Zambrana. Elvira Vidal recaló en Marbella por la amistad que de joven contrajo en el colegio con la marbellera Rafaela Lara, ambas alumnas de La Goleta. Su tristeza la condujo a visitarla y el descubrimiento de la mansión fue un impacto en su atormentado corazón de viuda. Decidió abandonar Málaga y trasladarse a la casa en la que crearía una especie de mausoleo mental y esotérico al difunto, a la par que disfrutaba de temperaturas templadas. Dª Elvira, (cuya biografía escribí hace años con el nombre de la Dama de El Fuerte) fue un personaje peculiar que acabó con huéspedes como Ricardo Soriano, los Hohenlohe, J. A. Girón y José Solís entre otros muchos. Una intensa vida a sus espaldas y mucho viaje acumulado hicieron de ella una extraña, incluso estrambótica mujer en los primerísimos años del turismo en la ciudad. Devota, imaginativa, casi surrealista a la par que desconocedora de la economía real, la falta de liquidez la obligó a poner en venta la mansión en 1955.
El industrial estepeño don José Luque Manzano la compró por un millón trescientas mil pesetas decidido a iniciarse en la hostelería. José Luque era un hombre serio y trabajador que tuvo la visión necesaria para adivinar el futuro inmediato de Marbella. Transformó la casa en hotel con treinta y tres habitaciones, la amplió y trajo el primer ascensor, inaugurando el Hotel El Fuerte el 15 de julio de 1957. Situado en el centro y con salida directa a la playa, el hotel fue convirtiéndose en referencia para todo el que iba ambicionando ya, veranear y conocer Marbella. El tesón de su esposa Isabel y de sus hijos han conseguido transformar los deseos del padre en la realidad de una cadena hotelera.
El hoy Hotel El Fuerte posee en sus entresijos una caudal histórico y sentimental que no suele ser corriente. Parece corresponderle, al estar ubicado en una ciudad como la nuestra, donde antes y ahora, todo entra dentro de lo posible.
En el momento actual, el hotel está siendo remodelado para transformarlo en un hotel de cinco estrellas. La sociedad de Hoteles El Fuerte se ha instalado en toda España y también en el extranjero con su cadena de hoteles. El antiguo lugar de defensa es hoy un símbolo para Marbella y una demostración de cómo la Historia no está reñida con los placeres turísticos.
Ana María Mata
Historiadora y Novelista
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