Anuncian que el 25 de marzo inaugura el escritor Antonio Muños Molina una nueva edición de “Marpoética” en el teatro de Marbella.
Me ha venido a la mente en una extraña y mal hallada asociación de imágenes e ideas, el escaso equipamiento cultural que posee Marbella para actos como este, comparándola, por ejemplo, con la vecina Estepona.
El teatro de nuestra ciudad fue una actuación fallida de anteriores corporaciones municipales, que después de un largo periodo de vacío estructural se dejó caer con un edificio pequeño y mal acondicionado donde las butacas se asientan unidas en compleja simbiosis, cual si de un panal de abejas se tratara.
Por el contrario nuestros vecinos poseen un hermoso edificio situado en una colina llamado el Auditorio y que se utiliza para todas las actividades culturales.
Envidia sana puede llamarse a este argumento. Sana, no lo sé, pero envidia sí, desde luego, por cuanto las obras públicas deberían hacerse bien en todos los lugares.
Marbella no tiene una Casa de la Cultura, ni un Ateneo que pudiera servir como laboratorio de ideas entre estudiantes e intercambio de conocimientos. Hemos sido tacaños en el ámbito cultural, y aunque años atrás hubo una pequeña explosión literaria con un conjunto de charlas interesantes, la verdad fue que no sabíamos donde ubicarlas y acabaron todas en el pequeño recinto del Instituto Río Verde.
Marbella es la ciudad por excelencia del ocio, pero éste puede utilizarse de muchas maneras y no solamente jugando al golf.
Mientras escribo estas líneas me llega el programa de “Marpoética”, y en el observo con placer las variaciones que dicho programa contiene, lo cual viene a subir el meritaje de la Delegación de Cultura en estos momentos. Cosas como ésta en las muchas acepciones que posee la Cultura deben repetirse a lo largo del año para paliar, por ejemplo, la falta de museos que la ciudad presenta.
Dice mucho de un lugar que presente un programa cultural como complemento de su oferta turística, ya sean estos, conciertos, conferencias o visitas a museos.
Reflexionemos sobre este asunto y no caigamos en el error de mucha envoltura pero gran pobreza de espíritu.
La actual Delegación de Cultura parece decidida a renovar sus proyectos, y sería deseable que acogiera algo en el aspecto musical, del que estamos tan huecos y vacíos. Además debemos apoyar las iniciativas con la presencia masiva a conferencias, y demás jornadas culturales.
La presencia de un público entusiasmado es definitiva en estas actuaciones y proclama en alta voz la necesidad que se tiene de ellas.
Si la administración y oficialidad cumplen, hagamos lo mismo en el plano personal.
Ana María Mata
Historiadora y Novelista
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