La paciencia es una virtud que desde el santo Job hasta ahora ha ido perdiendo adeptos. La Biblia exalta la figura del santo y nos lo ofrece como modelo a seguir. Baldío objetivo en unos tiempos en lo que todo se quiere de inmediato. La rapidez adquiere un valor generalizado y admitido como tal.
En el caso de nuestra ciudad existen asuntos que por su demora han necesitado un número ilimitado de ciudadanos transformados en Job, esperando la solución de determinados asuntos importantes.
Resulta irrisorio la repetición de los mismos si no fuera porque esta pobre escribiente los tiene grabado a fuego en un rincón de su mente y a la primera de cambio se van tras las letras del ordenador como siguiendo un camino que ya conocen de sobra.
Hemos aguantado sin grandes protestas la prometida ampliación del Hospital Comarcal, mientras los enfermos se amontonaban y la situación se volvía conflictiva. Si la situación como dicen algunos, va camino de arreglarse, confiemos en que no sean burbujas y rumores.
Llevamos años esperando en balde la remodelación del Trapiche y la construcción de una residencia en los terrenos cedidos por la familia Álvarez.
Los mismos años o más que pedimos la construcción de Institutos y colegios para nuestros niños y jóvenes para los que ya ni siquiera hay sitio en las prefabricadas. Niños que terminan este año la Primaria y no tienen lugar donde ser ubicados. Padres de Xarblanca y Vargas Llosa que manifiestan su enorme preocupación en pancartas, una y otra vez sin que les den solución a este grave problema.
Situaciones como estas hacen descender a la ciudad, catapultada como emporio turístico a unos niveles bajísimos en cuanto a su apreciación.
Por muchos Starlites que tengamos en verano, por muchos campeonatos del golf y tenis que se realicen , Congresos europeos e incluso mundiales, mientras existan las carencias descritas seguiremos perdiendo puntos en el ranking de méritos.
Es ignominioso contemplar las veces que se han colocado primeras piedras en lugares que después no han vuelto a ver un ladrillo.
Promesas incumplidas que infunden en los ciudadanos una desconfianza total en sus dirigentes.
Resulta igualmente desmoralizador contemplar los rostros de alumnos y padres a los que se les dice que no tienen lugar a donde llevarlos para recibir la enseñanza que les corresponde.
Debemos acabar con esto. Abandonar el cansino oropel de las portadas y mirar la realidad que tenemos enfrente.
Job se cansó de esperar. Por favor, no más engaños.
Ana María Mata
Historiadora y Novelista
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