Me voy a permitir la licencia, que espero sabrán comprender mis benévolos lectores, de compartir con ellos una impresión personalísima y subjetiva, sobre un tema que creo nos concierne a todos.
He lanzado una mirada un poco más profunda de lo habitual sobre esta ciudad, la Marbella de nuestros pecados y nuestros amores y me he encontrado con lo siguiente: Un pueblo amodorrado, adormecido sobre el desgaste de su propio nombre, pero cansado y monótono en su momento actual, falto de iniciativas y abrumado por las cuestiones que, año tras año venimos exigiendo de él como constante continua.
Sin obras públicas que destacar, sin resolver el problema de las playas, a falta de espigones, el de la educación sin centros decentes para el alumnado o el de la remodelación, tantas veces anunciada de parte de su patrimonio histórico.
Marbella hoy permanece dormida en los laureles de su ayer glamuroso, y mientras otros lugares como la vecina Estepona se muestra activa en actuaciones y obras, nuestra ciudad se ha dejado mecer por las olas y navega al pairo en un mar sin horizonte.
Le falta espíritu para emprender nuevos proyectos y quizás también el dinero perdido en un engranaje de cuentas pasivas que, desde el periodo gilista nos tiene amenazados.
Todo esto, ya digo, es la impresión personal de una escribiente acalorada pero amante de la ciudad donde vio la luz y que se cree con derecho a exigirle prebendas.
Porque torres más altas han caído, no deberíamos permitir que esta nuestra se momifique en un punto cualquiera de una Costa donde el sol es lo auténticamente cumplidor e inmutable,
Marbella necesita un impulso nuevo, una renovación incluso de sus mandatarios, que trajese un poco de aire fresco o al menos distinto a la cúpula del poder.
Soy consciente de que lo difícil es encontrar el personal apropiado, dentro de esta apatía que envuelve a los posibles y hoy escondidos, candidatos, como si hubiese habido una fuga o huida de políticos. No parece sino que nadie quiera arrimar el hombro y a todos nos parezca que la pasividad también es un método a utilizar.
Acudamos a la esperanza. No es tarde para que la ciudad vuelva a surgir de las llamaradas de su propio destino.
Ana María Mata
Historiadora y Novelista
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