Qué fácil es escribir la crónica de un concierto cuando el artista lo da todo, se parte el alma por su música y por el público y, además, lo hace con generosidad, sensibilidad, complicidad y pasión. Es lo que hizo Antonio Orozco anoche, bajo la luna llena, en el Festival Starlite. El catalán demostró que en directo es insuperable, que la conexión con el público le hace crecerse, que la música que corre por sus venas, cuando sale al escenario, entra en ebullición y, anoche, salpicó a los miles de asistentes al concierto en la Cantera de Nagüeles de Marbella.
Orozco entró directamente en materia con varias de las canciones de Aviónica, su nuevo disco, un álbum que contiene el espíritu radiante y positivo del barcelonés con unas letras que invitan a detenerse en las cosas que de verdad merecen la pena. Calentó al público con ritmos que recuerdan al viejo rock andaluz con la caña más actual, haciendo kilómetros por el escenario, recorriendo los pasillos interiores de las gradas, tocando el piano, felicitando a unos novios que acababan de prometerse en directo y dándolo todo ante un público que supo apreciarlo en estos tiempos en los que muchos cantantes exitosos se limitan a cumplir el expediente en los conciertos como si fueran funcionarios de una industria musical gris y sin pasión.
Antonio Orozco fue todo lo contrario. Puso el alma sobre el escenario y se la partió en pedacitos por su publico. Orozco necesita el directo. Precisa de la gente para crecerse, para desnudarse y, también, para llorar. Su sensibilidad no es ñoña porque sabe conjugarla con su espíritu rockero y desgarrado y eso es lo cautivó a los miles de espectadores anoche en la Cantera de Nagüeles. Nos hizo sentir y nos hizo saltar, a partes iguales.
Orozco tuvo palabras muy emotivas para los taxistas, las cajeras de supermercado, los camioneros, las trabajadoras de las farmacias y tantos empleados esenciales que, durante el confinamiento, garantizaron el funcionamiento de nuestra sociedad.
Durante dos horas demostró que puede tener al público cogido del corazón con canciones inmortales como Estoy hecho de pedacitos de ti, Devuélveme la vida, Mi Héroe, etc. Clásicos que no pasan de moda y que Orozco siente como si acabara de componerlos. Ese es su mérito: sabe demostrar que siente lo que hace con autenticidad y humildad y por eso el público lo ovacionó durante minutos al final de su espectacular concierto. Sin duda, el mejor directo de estos cincuenta días de Festival Starlite.
La presencia de Antonio Orozco en la cantera se debe, es necesario recordarlo, al papel que juegan patrocinadores del festival como Larios 12, que cuenta con dos espacios donde poder vivir los Atardeceres Larios: una terraza VIP cerquita del escenario con una acústica extraordinaria y el lounge para todo el público