A lo largo de millones de años el río Guadalhorce se ha dedicado a tallar uno de los monumentos naturales más impresionantes de España: el desfiladero de los Gaitanes, que en algunos puntos tiene 10 metros de anchura y hasta 700 metros de profundidad. Este cauce es un escultor meticuloso que no tiene prisa, ya que ha erosionado la dura caliza a razón de 3 centímetros cada cien años durante 5 millones de años hasta modelar una auténtica joya geomorfológica que atrae a cientos de miles de personas todos los años a través de un trazado espectacular como es el Caminito del Rey.

Dentro del desfiladero de los Gaitanes, el Caminito del Rey se ha instalado como un intruso de hierros, maderas y rejas que permite a los afortunados visitantes disfrutar de las espectaculares interioridades de este monumento natural. El origen de este recorrido único es muy sencillo: lo construyeron hace algo más de cien años los trabajadores de la central eléctrica del Chorro como sendero de servicio con las presas de la entrada norte al desfiladero.

Foto antigua de la visita del rey Alfonso XIII al Caminito del Rey.

Desde ese momento se hizo habitual el trasiego continuo, tanto de día como durante la noche, pues el Camino contaba con luz eléctrica, de personas de todas las edades que lo utilizaban para relacionarse, unas veces a pie, otras en caballería y otras incluso en bicicleta. Los niños acudían a la escuela, las mujeres al colmado y los hombres a la cantina. Sin embargo, pasaron las décadas y el Caminito del Rey fue quedando en desuso. Hasta el punto de que sólo los escaladores y visitantes temerarios se atrevían a recorrerlo de nuevo.

Pasarela frente a la línea de tren.

Hasta que la Diputación de Málaga lo recuperó como una de las atracciones turísticas más importantes de la provincia, en colaboración con los tres Ayuntamientos por cuyos términos municipales transcurre el Caminito (Álora, Antequera y Ardales), la Junta de Andalucía y varios Ministerios, tomó la decisión de poner en marcha una labor de recuperación, culminando en febrero de 2014 con la aprobación del contrato que daba luz verde a las obras para su restauración y puesta en marcha a partir de finales de marzo del 2015.

Al inicio de la ruta podemos recorremos un carril con vistas al valle que antecede al desfiladero.
El primer desfiladero, las paredes casi se tocan.

Desde entonces, mil personas recorren en grupos de cincuenta todos los días los 7,7 kilómetros que hay entre el punto de partida situado en Sillón del Rey, junto a los embalses, hasta la estación del Chorro. Normalmente se tarda unas 3-4 horas en hacer este recorrido. Tras dejar atrás las ventas del embalse, el visitante cruza un túnel de unos doscientos metros de profundidad perfectamente iluminado, recorriendo 1,5 kilómetros hasta la caseta de recepción donde se chequea la entrada y se entrega el casco de uso obligatorio en todo el trayecto.

Zona de descanso en el valle del Hoyo donde poder refrescar los pies.
Valle del Hoyo.

A continuación, tras pasar junto a la pequeña presa de Gaitanejo, comienza propiamente dicho el Caminito del Rey: un kilómetro y medio de pasarelas para atravesar el Desfiladero de Gaitanejo y el Tajo de la Paloma hasta salir al espectacular valle del Hoyo. Esta depresión boscosa nos permite pasear por un cómodo carril rodeados de cantiles y precipicios por todos lados.

Espectacular tramo colgado de los colgados del desfiladero.

Nos queda enfrente, a lo lejos el segundo y más espectacular de los desfiladeros, el Gran Gaitán. Con lo que entramos de nuevo en una zona de pasarelas de madera entre impresionantes sustratos verticales. Tras cruzar por encima del antiguo puente del Caminito del Rey por una pasarela colgante, descendemos hasta dar con un carril que en unos dos kilómetros nos depositará en la estación del Chorro.

El curce del puente colgante es uno de los momentos más espectaculares de este recorrido.
Impresionante salida del Caminito del Rey con l pasarela colgada de los rotundos cortados calizos.

El Caminito del Rey es una mezcla de excursión de senderismo, visita a paraje natural, recorrido turístico por un monumento industrial y encuentro espiritual con lo que uno siente cuando entra en una catedral gótica. La percepción de uno mismo se empequeñece ante el tamaño de las paredes de este Desfiladero, a pesar del continuo trasiego de cientos de personas.

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