El valor de nuestro pasado
Hace unos días, un reputado arqueólogo de la ciudad de Marbella me contaba sobre el excelente trabajo arqueológico que se estaba llevando a cabo en un pequeño pueblo jienense. En dichas excavaciones han encontrado posibles restos neandertales. El Ayuntamiento movió cielo y tierra para conseguir financiar durante varios años la labor de un equipo de expertos que pusieran en valor los hallazgos históricos encontrados.
El alcalde del pueblo había logrado involucrar a una entidad bancaria, a la Junta de Andalucía y logrado rascar algo de dinero del propio y escaso presupuesto municipal para sacar adelante las excavaciones. También se consiguió financiación para pagar el trabajo de los expertos y que tuvieran un alojamiento durante, por lo menos, las semanas de campaña veraniega. Así mismo, se adecentó un local municipal como Sala Museística para mostrar al pueblo y a los de toda la comarca, los restos de utensilios, herramientas, vasijas, etc., que se habían encontrado.
¿Qué han conseguido en este pueblo? Que alumnos de los colegios de la comarca acudan a conocer los hallazgos prehistóricos expuestos en la Sala Museística y así conozcan sus propios orígenes. Además, se ha atraído a vecinos y turistas de otros lugares los cuales se quedan a comer en los restaurantes y, en muchos casos, a dormir en el mismo pueblo, con lo que dinamizan los comercios y negocios del lugar.
Este pequeño núcleo jienense vive del monocultivo del aceite de oliva. Como todos los de la zona. Pero, gracias a esta emprendedora iniciativa, han conseguido diversificar sus recursos económicos con un producto atractivo y de la máxima calidad: su propio pasado.
¿A cuento de qué viene todo esto? ¿Qué nos importa a los marbellíes lo que acontezca en un pequeño pueblo de Jaén? Pues muy sencillo: las comparaciones son odiosas. La ciudad de Marbella posee un patrimonio histórico y cultural como pocos: paseos fluviales históricos, molinos, cuevas prehistóricas, castillos milenarios, restos de factorías fenicias, tumbas romanas y un larguísimo etcétera. Tenemos un presupuesto municipal de cientos de millones, que no tiene ese pueblo de Jaén, pero nos falta el empuje y la determinación para poner en valor nuestro pasado. Si se quiere, se puede.
Nuestro monocultivo es el sol y la playa. ¿Por qué no diversificamos? ¿Por qué no invertimos en recuperar y poner en valor nuestro patrimonio abandonado para atraer también un turismo cultural de calidad? Como en Bedmar.
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