No es un honor, es un título vergonzante, una constatación que define unos hechos, en realidad unos no hechos porque lo que sucede (o no sucede) en nuestra ciudad es para preocuparse o conformarse, solo depende del carácter de cada uno, mas parece que los segundos abundan en ese plácido remanso de la indolencia. Marbella es la ciudad de los retrasos, una asombrosa singularidad históricamente achacada a su condición periférica y aislada pero incomprensible hoy.
Ahora nos enorgullecemos de ser una ciudad de renombre, de potente riqueza per cápita, más grande que muchas capitales de provincia, santo y seña del turismo internacionalpero es algo que nunca se ha correspondido con las inversiones públicas en infraestructuras ni en equipamientos y cuando parecía que alguna llegaría han ido quedando postergadas y nunca olvidadas.
Hoy no toca hablar de agravios comparativos solo de retrasos, ya habrá otro momento, no hay prisa y es que precisamente eseritmo parsimonioso parece ser una definición de nuestro comportamiento. Somos lentos, más bien lo son los que gobiernan, tardos y torpes porque si algún proyecto falla puede ser por problemas ajenos pero si son muchos los que pifian es porque su oficio deja mucho que desear.
En este ranking bochornoso destaca por su antigüedad el puerto. La idea tiene como fecha de inicio el año 1784, con la Real Orden de Carlos III para construir un muelle en la playa de Marbella hasta que en 1956 se inició el proyecto del actual puerto pesquero. 172 años no son nada.
Le sigue de cerca el tren con una demora de más de 150 años que ya nos vale. Lo habríamos borrado de nuestra memoria si no fuera porque de vez en cuando algún político se encarga de recordarnos que siguen trabajando en el asunto. En 1928 el alcalde en un mitin lo daba por hecho; Gil hizo del tren bala su símbolo de gestión eficaz hace casi 30 años;el presidente Chaves lo prometió hace 13 y el PP malagueño hace tres semanas. Es recurrente sacar del cajón el tema cuando no se tiene otra cosa. Se llama tren litoralaunque quizá sería más indicado nombrarlo el tren de los engañabobos porque en los Presupuestos Generales del Estado no hay partida alguna.
En 1818 se inauguró el cementerio en el interior del castillo pese a que incumplía la normativa de Carlos III que obligaba al enterramiento fuera de las ciudades. En 1845 el cabildo comenzó a plantearse la construcción de uno nuevo algo que no sucedió hasta 1885. Cosas de la burocracia. Los muertos son los únicos a los que no le importan los retrasos.
Más cercano y en cuarto puesto quiero destacar el Trapiche del Prado con nada menos que 25 años de demora, ya he perdido la cuenta. Su rehabilitación como residencia de ancianos tras la cesión de la familia Álvarez fue utilizado electoralmente por Gil y sus sucesores pero ninguno ha avanzado más allá de enviar de vez en cuando una nota de prensa para recordar que siguen trabajando en el asunto.
Le sigue de cerca la rehabilitación del convento de la Trinidad. Fue Julián Muñoz el primero en anunciarlo. En 2013 ya con Ángeles Muñoz se propuso la idea de un Museo de Arquitectura y Diseño Moderno (MAD) con inversión privada que, como no, fue anunciado a bombo y platillo, algo que no sucedió cuando fracasó.
De 2008 es la ampliación del Hospital Costa del Sol. Se iniciaron las obras y el Ayuntamiento, en 2010, las paralizó las al denegar la licencia para el aparcamiento en superficie lo que trajo un largo pleito que en 2019 fue desbloqueado con la recuperación de la concesión. Ese mismo año todos nos congratulamos del anuncio triunfante de la reanudación de las obras. En los presupuestos de la Junta de este año no hay rastro de ese dinero para finalizarlo. Las decepciones por reiteradas ya no duelen tanto.
En 2011 se anunció con gran estruendo y espectáculo el puerto Al-Thani, un grotesco proyecto, que olía regular, que vendría a saturar aún más nuestro dañado litoral. Afortunadamente se frustró y esperemos que en el ayuntamiento se instale la cordura para no volver a cometer estos clamorosos errores. No todo vale.
Dentro de unos años intentaré actualizar este marbellense bagaje. No quiero precipitarme. Los políticos harán todo lo posible para que lo tengamos presente con esos anuncios tan vanos como rimbombantes, que me dan vergüenza ajena cada vez que los leo. Si alguno consigue finalizarse no es para sentirse feliz, solo aliviado.
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