Tiene 87 años pero mantiene su memoria casi intacta. Me cuenta todo el proceso de la idea, compra, traída e instalación de la escalera mecánica de la Galería San Cristóbal. Fue testigo directo y es mi padre, Julio Moreno Sánchez. Todo surgió porque el arquitecto Vicente Benlloch de la Roda…
He conseguido aparcar en C/Nuestra Señora de Gracia, lo cual vuelve a ser un hito histórico en Marbella en agosto, con permiso de pandemias. Bajamos del coche, saco el carrito de mi hija pequeña, nos pertrechamos todos con los kits del verano: anticovid, antimosquitos y kit postpañal explosivo (los que tengan bebés en casa saben de lo que hablo). Y una vez que empezamos a andar, mi hijo mayor (9 añitos) me suelta: “¡Papá, la gente se ha vuelto completamente loca!”
Levanto una ceja en su dirección, lo que le sirve de señal para continuar su exabrupto, su criptoexabrupto. “Sí, acabo de escuchar en la radio un anuncio para que invirtamos en Bitcoin que termina advirtiendo: invierta sólo lo que esté dispuesto a perder”. Silencio fático por mi parte. No sé si el anuncio ha dicho eso o algo parecido, pero me parece interesante adónde puede llevar esta conversación.
Seguidamente me hace el siguiente razonamiento: “es que mucha gente se queja de que está todo el día trabajando para ganar muy poco dinero, y los del Bitcoin les dicen ahora que inviertan rápido porque se va a acabar y van a perder la oportunidad, pero sólo lo que estén dispuestos a perder”.
Le explico sucintamente que lo del Bitcoin y otras criptomonedas es un tipo de inversión que se está poniendo de moda y que está previsto que durante el mes de septiembre haya campañas de publicidad masivas y muy impactantes sobre el tema en diversos puntos del planeta, incluyendo España.
Concluye mi hijo: “Pues yo no creo que ningún trabajador esté dispuesto a perder ni un céntimo del dinero que tanto le cuesta ganar”. Porque además “eso no es invertir, eso es como jugar a la lotería o apostar en las carreras; tirar el dinero, vaya”.
Miro al cielo con agradecido alivio.
Hasta ahí la conversación sobre criptomonedas, a la que sigue su enésima consideración de que la Wii mejoraría mucho sus capacidades digitales, tan importantes en el mundo actual…
Reconozco que no soy experto en la materia cripto. Sólo he leído un libro serio al respecto, entre 20-25 artículos especializados y me he tragado diferentes podcasts y seminarios web sobre el asunto. Lo último ha sido una emisión web en directo con una persona responsable de una plataforma de compra-venta de criptomonedas y otros servicios que va a lanzar en breve su token propio.
El cripto-ruido se ha metido hasta tal punto en el inconsciente colectivo que ya le vas dando vueltas casi sin querer, como una de esas canciones del verano de las que no hay manera de librarse.
Decía Peter Lynch (discípulo aventajado de W. Buffett y gestor leyenda del Magellan Fund): “invierte en negocios que hasta un tonto podría dirigir. Porque más pronto que tarde, uno acabará haciéndolo”. Sin embargo, de entre las muchas cosas que se me ocurren en relación a Bitcoin y resto de criptodivisas, me pregunto: ¿qué hace que esta criptofiebre sea algo realmente distinto de la fiebre, por ejemplo, de las puntocom? ¿Es que ya nadie se acuerda de nuestra versión española: la terrorífica historia de Terra?
Por otro lado recuerdo que B. Graham (a este no lo presento porque hace menos falta que al anterior), definía: “una operación de inversión es aquella que, tras un análisis meticuloso, promete seguridad del principal y un retorno de inversión satisfactorio. Una operación que no cumple con estos requisitos es especulativa”.
Y por último resuena en mis oídos un precipitado semántico del más puro sentido común, la advertencia del conocido inversor Naval Ravikant: “Si ves un plan rápido para enriquecerte, es otra persona que trata de enriquecerse contigo rápidamente”.
A todo esto, lo que “me llega” del mundo cripto es, en contra de todo lo anterior, que para entender, crear, dirigir o controlar todo ese ecosistema, hay que ser muy muy inteligente. Tanto que parece no estar al alcance más que de unos pocos privilegiados. También “me llega” prisa, mucha prisa, porque resulta que se acaba y nos vamos a quedar fuera. “¡Apúntate!, ya se ha cerrado la fase 1 de la White list, pero ¡aún puedes hacer tu reserva para la fase 2 de nuestra ICO!”
Sí, hay mucho Spanglish dando sensación de altísima complejidad técnica, porque para hablarte de esto, con el castellano no te da. Hay también cierto esoterismo y ambiente de círculo cerrado sólo accesible a iniciados y cuchipanditas de élite informática o teleco. Es decir, se usa exactamente el tipo de lenguaje que ya no se puede usar para informar sobre productos financieros, por estar absolutamente censurado de acuerdo con la directiva europea MIFID de protección al inversor.
También es palpable una enorme necesidad de fe en el momento disruptivo y en cómo los nuevos critptomesías nos llevarán de la mano a un nuevo y mejor mundo en el que no estaremos supeditados al control estatal sino al de toda la descentralizada y camisetera criptocomunidad. A la par de una exaltación emocional y sentimental insólita incluso para el mundo financiero preMIFID que tantos titulares y programas del corazón ha llenado a cuenta de las citadas preferentes y las oscurantistas cláusulas suelo.
Y me pregunto: ¡¿PERO ES QUE DE VERDAD NOS HEMOS VUELTO TODOS LOCOS?!
¡Hasta mi hijo de 9 años se da cuenta de que aquí falla algo! De que esto hay que explicarlo mucho mejor. De que no se trata de llenar campos de fútbol con publicidad del Token de Messi o de Mbappé, ni de acumular testimonios de altísimos rendimientos en muy poco tiempo, sin saber en absoluto cómo funciona esto ni lo que hay detrás, y sobre todo quién o quiénes están detrás.
Si en este punto alguien pudiera pensar que un servidor tiene algún tipo de acuerdo parasocial con el mundo afín al dinero fiat y las políticas ultraexpansivas de los principales Bancos Centrales que nos acabarán llevando a una hiperinflación sin precedentes y a un nivel tributario ultraconfiscatorio, que por favor lea mis anteriores artículos al respecto.
Pero creo que no se trata de “a Rey muerto, Rey puesto”, de “desnudar a un santo para vestir a otro”.
Es decir, ¿de verdad ya nadie recuerda las preferentes? ¿Y qué decir de las abusivas y opacas cláusulas suelo que volvieron a ruborizar la jeta de todos los banqueros de este país? ¿Y Madoff? ¿Y las hipotecas basura en las que invertía cualquier jubilado sin tener absolutamente ninguna idea de dónde estaba su dinero?
Pero no, ahora se trata de despreciar flagrantemente el esfuerzo que nos cuesta ganar dinero. Lo que hay que hacer ahora para no quedarte con cara de tonto es entregarle una parte de tu dinero (cuanto más mejor, sobre todo para el dueño del chiringuito), esa parte que incomprensiblemente no te importa perder, a un tipo que te dice cosas del estilo de “únete a nuestro ecosistema DeFi, con yield mínimo en liquidity pools y todo el potencial DeFi”. O que no te preocupes de la seguridad porque se implementará el mantenimiento de las cripto mediante algo súper seguro a lo que llaman “bóveda en frío”.
En fin, tras lo dicho, y bromas aparte, debo añadir que no hay duda de que, como en todo, hay que distinguir el grano de la paja y no tomar la parte por el todo. Y es que las “finanzas descentralizadas (DeFi)” suponen al menos un alivio intelectual contra el creciente y asfixiante intervencionismo de los Estados paternalistas. Los cuales, en su alianza con los Bancos Centrales, buscan justificar políticas ultraexpansivas e hiperinflacionarias que financien el mastodóntico y deficitario gasto público con el que sostener el leviatán burocrático ávido de dinero recién imprimido que les mantiene vivos.
Es también obvio que la tecnología basada en cadenas de bloques (blockchain) tiene un gran potencial para la eliminación de intermediarios en infinidad de transacciones de carácter económico o jurídico, por ejemplo.
Pero sería al menos razonable esperar que alguien que invierte en criptomonedas fuera capaz de explicar concretamente en qué está invirtiendo. ¿En un código informático? ¿Y eso cómo se analiza financieramente, qué flujos de caja cabe esperar?
¿Invierte en una moneda electrónica que sustituirá al dinero físico? ¿Pero en qué países y que bienes y servicios podrá adquirir? ¿Hasta cuándo? Sería razonable que fuera capaz de explicar qué es eso a lo que llaman un “activo digital”.
Además, si la cadena de bloques es la que valida y “guarda” todas las transacciones del ecosistema, ¿qué pasa si en periodos breves de tiempo los usuarios de una cripto divisa se pasan a otra en masa? ¿Cómo afectaría esto a su valor de mercado? Recuerden las subidas y bajadas en el valor de Bitcoin por dos tweets opuestos entre sí de Elon Musk (fundador de Tesla).
Cuando tantas personas perdieron sus ahorros en España por invertirlos sin conocimiento suficiente en participaciones preferentes, fue posible reclamar y recuperar gran parte de lo “estafado” precisamente porque los que habían cometido un delito fueron organismos regulados por ley, por lo que fueron castigados y obligados a devolver el dinero robado. Lo mismo que con las cláusulas suelo que no entendió nadie cuando las firmó, con Notarios y abogados asesorando de por medio.
Y esto nos parece a todos justo y lógico. Sin embargo, ahora debemos aceptar acríticamente que el sólo hecho de perder u olvidar las claves de tu monedero virtual de criptomonedas supondrá perder todos los ahorros invertidos. Pero ¿no era que se guardaba y validaba toda la información en cada bloque de la cadena? ¿No se trataba de una tecnología tan genial que iba a eliminar intermediarios y comisionistas? ¿Es que no será factible que te envíen un recordatorio de contraseña o algo de ese estilo para poder volver a acceder a tus criptocosas? No sé, pero a mí esto me chirría por muchos sitios.
No obstante, lo que menos me cuadra es que después de las preferentes, de los sellos de fraude filatélico, del estallido de la burbuja de las puntocom, de los pagarés de Rumasa, del grafeno que iba a sustituir al silicio, de las cláusulas suelo, etc., la gente vaya en masa a por los bitcoins de turno sin antes ser capaz de explicar en dónde está poniendo su dinero y sobre todo, denigrando al mismo tiempo la inversión en activos reales como las acciones de compañías cotizadas, porque son “muy arriesgadas”, “de ricos” o “para expertos”.
Señores del bitcoin, esto lo tienen ustedes que explicar mucho más y mucho mejor. Señores inversores en bitcoin y resto de criptocosas, si meten sus ahorros en esto, al menos sean capaces de explicar dónde y porqué lo hacen, sin mirar por encima del hombro con aire de suficiencia y compasión lastimosa a los que no les cuadra este tinglado.
Y si la cosa no sale bien, si este criptomundo estalla llevándose sus ahorros a un ignoto agujero de gusano informático de estética Tron, ya sabe, reclame al Banco de España. Ah no, que aquí no hay garantías, porque como nadie es dueño de la criptocosa, nadie es responsable si una “vulnerabilidad” se lleva de golpe 600 millones de dólares. Esto ha pasado hace muy poco con una de las “blockchain” más prometedoras, cuyo significativo nombre, “Ethereum”, es quizá un aviso a navegantes.
Recuerde: nos pasan las cosas que nos pasan, porque nos las contamos como nos las contamos.
Ver publicaciones anteriores de Francisco Romero. Asesor Financiero en Caser A.V. Asociado EFPA 30478
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