Las goteras persiguen a esta Corporación Municipal.
El año pasado un cubo pequeño, solitario y triste permaneció en el pasillo del Centro Cultural situado en los locales comerciales que un promotor que se excedió en edificabilidad donó al Ayuntamiento para su uso a cambio de legalizar los bloques del Parque Miraflores. Este año ya son tres los cubos que hay en los pasillos de estos locales comerciales inadecuados – sin luz ni ventilación- donde se imparten los talleres de este llamado Centro de Arte y Cultura. Produce una sensación de dejadez y olvido cuando no de desidia verlos en mitad del pasillo camino del taller de dibujo; que, por cierto, sus clases empezaron quince días más tarde porque no hubo tiempo durante el verano para arreglar el aire acondicionado.
Peor suerte corrió la enorme biblioteca -creo que superaba los quinientos metros- y muy bien dotada de libros; situada en el Mercado Municipal. Gota a gota, tubo a tubo, el deterioro en su techo fue tal que hubo que cerrarla cuando llevaba funcionando varios años. Nadie, que yo sepa, protestó por su cierre. Posteriormente se han arreglado las humedades y el saneamiento con un alto presupuesto y actualmente alberga los servicios de Contratación Municipal. Los intereses están claros y meridianos.
No ha sido la única en ser cerrada. Corrió la misma suerte la situada debajo de la Plaza de los Olivos -actual ubicación de la televisión local- La fuente que se encuentra arriba dejaba correr sus aguas hasta los techos que obligó a ser cerrada. El agua de los tubos o directas persiguen a las bibliotecas. La gotera persigue los libros.
La nueva biblioteca, inaugurada hace poco, y situada en el arroyo de La Represa que vino a sustituir al museo de los bonsais – padece graves problemas estructurales: asentamientos, grietas, grifos sin presión, saneamiento y humedades laterales… En este caso las humedades suben más que bajan del foso que le rodea a pesar de ser reciente su construcción. El agua ataca a la cultura de un forma encarnizada.
Los adjetivos sobran y la gestión no existe. Esperemos que esta biblioteca no corra la misma suerte que la del Mercado. O la de la Plaza de los Olivos.
Las lágrimas gordas y sucias que el techo derrama no son en todos los lugares las mismas. En el taller de Cerámica, situado en el barrio de Miraflores también, las goteras son del saneamiento. No son de hoy ni de ayer vienen de hace tiempo y reciben el mismo tratamiento que en los demás lugares: el olvido.
Hable hace tiempo en un artículo de la desidia -no hacer nada y dejar pudrirse los problemas- de la gestión municipal. Pero siempre quiero incidir en la desidia de los ciudadanos que no utilizan los escasos recursos de que disponemos -hojas de reclamaciones, manifestaciones…- para protestar y cambiar las deficiencias que observamos. Como la privatización de los talleres culturales de la Universidad Popular. Una monitora, cuyo nombre lógicamente oculto, me decía con las lágrimas en los ojos que el año pasado la empresa adjudicataria de un taller -de algún lado obtiene sus beneficios- le pagaba doce euros por hora trabajada y este curso le han ofrecido ocho euros por hora. Dice esto un alumno – yo- del taller de escultura que lleva más de un mes sin clase -el profesor enfermo- que cuando en diciembre se jubile no sé cuando lo sustituirán. La matrícula la hemos pagado. Eso sí.
Pero hoy vamos de lluvias y goteras. A pesar de las cuales sigo mirando las nubes esperando que la lluvia sea generosa con esta ciudad, no se pase como ha sucedido en Valencia, aunque el número de cubos se multiplique.
Rafael García Conde
Ex-concejal