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La conquista del Fuerte de San Luis por el general De Bouillé

En Marbella siempre ha estado clara la historia de la épica defensa del fuerte de San Luis frente a las tropas francesas durante la Guerra de la Independencia. Para ello siempre se ha acudido a una fuente muy a mano: el relato lleno de emoción y épica de esa defensa por su máximo responsable el teniente coronelRafael Cevallos Escalera.

Sin embargo, gracias al historiador José Bernal y su nuevo libro, Marbella. Entre la guerra y el liberalismo (1808-1814), hemos conocido el punto de vista del conquistador francés del fuerte gracias a las memorias de Louis-Joseph Amour, Marqués de Bouillé, general que llegó a ser jefe de la primera brigada de la tercera división de caballería del ejército del Sur de Andalucía, soldado de confianza del general Sebastiani y activo organizador del asedio que culminó el 8 de diciembre, tras cinco sitios, con la rendición del fuerte de San Luis.

LOS CUATRO INTENTOS DE ASEDIO FRACASADOS

La Guerra de la Independencia, la invasión y ocupación de gran parte de España por las tropas napoleónicas a comienzos del siglo XIX, fue una de las mayores calamidades que ha sufrido nuestro país en toda su historia. Cientos de pueblos y ciudades sufrieron asedios y destrucciones por parte de los soldados franceses. Marbella no escapó indemne y su principal fortaleza, el Fuerte de San Luis (cuyos restos se encuentran dentro del hotel El Fuerte) protagonizó una serie de asedios, cinco en total, entre mayo y diciembre de 1810.

Plano del Fuerte de San Luis.

Uno de los estudios más completos sobre la defensa del Fuerte de San Luis corresponde a Pedro Luis Pérez Frías, Teniente Coronel del Ejército de Tierra, en la Reserva y Doctor en Historia por la Universidad de Málaga. Pérez Frías realizó en 2010 un completo estudio sobre la lucha por la fortificación marbellí llamado El sitio del castillo de San Luis de Marbella (1810). Historia de una epopeya. En este documento explica el primer intento de asedio:

“El 3 de mayo abandonaba la capital (Málaga) al frente de una columna formada por 500 polacos, 50 soldados españoles del recientemente formado regimiento fijo de Málaga y 47 cazadores del regimiento nº 10; contando con el apoyo de un guardacostas. La incursión provocó el repliegue de los patriotas (españoles) sin prestarse al combate y la columna regresó a Málaga dos días después, al parecer sin dejar guarnición en Marbella que fue vuelta a ocupar por los serranos sin combate. Es entonces, cuando parece decidirse la fortificación en regla del Castillo de San Luis y el establecimiento de una guarnición de 150 hombres bajo el mando de Rafael Cevallos Escalera, del regimiento de Infantería de Málaga 2º, destinándose una cañonera para apoyar a los defensores”.

El 12 de mayo, el general Noireau realiza una segunda aproximación a Marbella al frente de una columna formada, de nuevo, por soldados polacos que “no fueron suficientes para apoderarse del fuerte ni de Marbella ante el gran número de serranos y disponer en el castillo de 5 piezas de artillería y “estar con ellos tropas de línea. El 16 de mayo empezaron a llegar heridos y enfermos a Málaga y con ellos la noticia de que el ataque al castillo había sido rechazado, obligando a la columna de Noireau a retirarse hacia Mijas”. Segundo asedio fallido.

A pesar de todo, los franceses vuelven una tercera vez a la carga. El interés francés por recuperar Marbella queda de manifiesto en el envío desde Granada del general Rey con nuevas fuerzas -unos 500 infantes franceses del regimiento nº 58-. Tras llegar a Málaga el 22 de mayo, Rey saldría el 24 con las tropas de refuerzo en dirección a Mijas para, una vez relevado Noireau, continuar con las fuerzas reunidas hacia Marbella. Sin embargo, según se desprende del estudio de Pérez Frías, “mientras Rey avanzaba los franceses fueron desalojados de sus posiciones del puerto de Ojén. El nuevo repliegue causó unas bajas de 20 heridos -a los que se añadieron 40 enfermos- que llegaron a la capital (Málaga) a mediodía del 25 de mayo, junto con un número indeterminado de dispersos”.

No cejaban los franceses en sus intentos por ocupar Marbella. Algunos mandos españoles también sabían de la importancia del fuerte de San Luís y reclamaban a la Comandancia del Campo de Gibraltar ayuda. En este sentido, instalado en Marbella como Gobernador Militar desde el 4 de julio, Francisco González Peinado señalaba que  “las compañías que se habían formado en Estepona y Marbella estaban en un estado deplorable de instrucción”. González Peinado aseguraba que “aquí según he advertido, hay mucho número para tomar raciones y a la hora de tomar las armas se presentan pocos. Y si el enemigo está al frente se reduce a mucho menos. En las expresadas compañías se han casado muchos de poco tiempo a esta parte; otros lo estaban y se hallan cargados de hijos; hay muy buena talla, y comprehendo que una de dos cosas: o licenciar a los casados con familia, y los demás remitirlos a la Isla; o en su defecto ponerles buenos oficiales activos y celosos”.

El cuarto intento de conquista de Marbella por parte de los franceses se produjo del 10 al 12 de julio. Las compañías de soldados españoles se unieron a un grupo de doscientos vecinos de Ojén y serranos de otros pueblos que expulsaron a los franceses de Marbella. Tuvo especial importancia la ayuda de los cañones de varios navíos ingleses que apoyaron a los españoles.

VERSIÓN FRANCESA: LLEGA SEBASTIANI, EL ÚLTIMO ASEDIO

Pasaron varios meses de calma relativa. Los franceses no echaron toda la carne al asador para conquistar el fuerte de San Luis hasta finales de noviembre. Tomaremos en este punto la versión francesa de cómo los napoleónicos afrontaron el quinto y definitivo asedio.

Según se desprende de las memorias del general Bouillé, las anteriores tentativas contra el fuerte de Marbella habían fracasado por la falta de artillería de asedio y la mala organización. Por tanto, “era necesario reparar el camino desde el fuerte de Fuengirola hasta Marbella para transportar los cañones, es decir, el espacio de cinco leguas, en terreno accidentado y muchas veces junto al mar, al alcance de tiro de las cañoneras inglesas. El general Sebastiani, resuelta esta expedición, ordenó el 10 de noviembre que un mortero, un obús y cuatro piezas de 24, considerados suficientes para el ataque al fuerte, fueran transportados desde Málaga al castillo de Fuengirola y esperar allí el momento de la ejecución”.

Retrato de Louis-Joseph Amour, Marqués de Bouillé.

Cuatrocientos hombres de los regimientos 4º y 7º de infantería polaca, con una compañía de zapadores, fueron los encargados de arreglar los caminos. Mientras tanto, en Alhaurín se reunió el ejército de Sebastiani: seis batallones y cuatrocientos cincuenta dragones, unos tres mil hombres.

Según relata en sus memorias Bouillé, “el día 2 de diciembre el camino avanzó a una legua de Marbella a pesar del fuego de una fragata y de algunas cañoneras enemigas, aunque que no nos hicieron ningún daño. El día 3, después de haber dejado guarniciones suficientes en Mijas y Alhaurín para asegurar la retaguardia y la llegada de las subsistencias, hice marchar a todas las tropas por el camino hacia Marbella”.

La guarnición del fuerte de San Luis y algunas tropas del exterior fueron llevadas frente a la ciudad, a las alturas que la rodean, desde donde iniciaron un fuego de mosquetes sobre la columna francesa. Sin embargo, los soldados españoles se retiraron al fuerte al ser atacados tanto por el camino de la costa como por el camino del Puerto de Ojén.

Bouillé entró en Marbella y estableció puestos de vanguardia frente al fuerte, a pesar del fuego de artillería que recibía del mismo y de una fragata inglesa y varias cañoneras que apoyaban desde el mar a los españoles.

“Ocupé el monte llamado el Calvario e hice vivaquear al resto de las tropas detrás del convento de los Capuchinos, que domina la ciudad y por el que entré. El general Sebastiani llegó por la tarde, después de la toma y ocupación de la ciudad, para instalarse en un ingenio azucarero situado entre la montaña y el convento de los capuchinos”, explica Bouillé. El general de brigada se encargó también de que, para el seis de diciembre, llegaran por el camino de la costa las piezas de artillería que deberían destruir el fuerte de San Luis.

La ubicación de los cañones de asedio provocó una discusión entre Bouillé y el coronel Doguereau, comandante de artillería del ejército francés. El primero proponía situarlos en unas casas justo a 160 metros de distancia del fuerte de San Luis, mientras que el segundo prefería ubicarlos entre el convento de Capuchinos y el Calvario, a unos 800 metros de distancia de la fortificación española. Sebastiani aceptó el parecer de Doguereau, más prudente, y los franceses fortificaron la batería con trincheras y otros reparos, lo que retrasó el inicio de los primeros cañonazos hasta la una de tarde del día 8 de diciembre.

Los cañones del 24 franceses machacaron sin piedad la fortificación marbellí, deshaciendo muros, baluartes y desmochando las baterías españolas. Según Bouillé, “a pesar de la enorme distancia de nuestra batería, el fuerte era de tan mala construcción y las piezas de artillería españolas estaban tan mal cubiertas, que nuestras balas de cañón hicieron gran estrago”. Debido a ello, con la llegada de la noche, “la guarnición aprovechó el fuego y la oscuridad de la noche para evacuar el fuerte y embarcarse aprovechando un camino convertido en doble conexión que conducía al mar. Este movimiento permaneció desconocido para nosotros hasta las dos de la mañana, cuando, sorprendido por el repentino silencio del enemigo, envié una patrulla para reconocer el barrio. Se vio entonces que los parapetos habían sido derribados por nuestras tropas, las baterías en el mayor desorden, un obús desmontado y varias piezas dañadas. Uno podría juzgar, por el efecto de nuestro fuego a una distancia tan grande, lo que habría producido, si hubiera comenzado a ochenta toesas (160 metros), como propuse”.

En total, según relata el general francés en sus memorias, “esta expedición nos costó seis hombres muertos y seis heridos. En el fuerte se encontraron diez cañones, cuatro de ellos del 24 y un obús, 60.000 cartuchos, 10.000 pólvoras, proyectiles y balas de cañón, 300 fusiles, 6.000 raciones de galletas. Este fuerte era el punto de apoyo de los insurgentes de esta parte, a los que mantenía y acudían allí en busca de armas, municiones y contrabando. Y, además de la importancia que su captura tenía en este sentido, tenía aún más por la opinión que se formó de que no podíamos tomarlo por la supuesta imposibilidad de transportar allí artillería”.

De este modo terminó la batalla por el fuerte de San Luis. Sin asalto final cuerpo a cuerpo ni matanza de supervivientes. Los franceses, trabajando más con las palas que con los mosquetes, trajeron varios potentes cañones de asedio que arrasaron durante unas horas la fortificación y los españoles no tuvieron más remedio que escapar aprovechando la noche para embarcar en buques ingleses que llevaron a los doscientos supervivientes a Gibraltar.

Estado ruinoso del fuerte hace casi un siglo.

Durante varios meses los franceses ocuparon con una guarnición Marbella. El cronista oficial de Marbella, Fernando Alcalá Marín, explica en su libro Crónica de Marbella que el fuerte quedó en manos de los franceses hasta septiembre de 1812, cuando abandonaron Marbella. “Procedieron a su voladura que sólo afectó al lateral de levante el cual, de todas formas, resultó arruinado e inservible para su misión defensiva. Años después, en 1890, las ruinas del fuerte se sacaron a pública subasta y pasaron a propiedad de particulares”, destaca Alcalá Marín.

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