El viernes 22 de marzo, a las 19.00 horas en el saló Sevilla del Hotel El Fuerte, tendrá lugar una conferencia titulada La historia jamás contada de El Fuerte Marbella, en la que algunos protagonistas del devenir de este establecimiento hotelero contarán su increíble historia.
El Fuerte Marbella es un icono marbellí sobre el que se ha hablado mucho, pero del que todavía queda mucho por contar. Y nadie mejor para hacerlo que Isabel García Bardón, matriarca de la familia Luque García, quien ha estado involucrada en la vida de esta leyenda hotelera desde que su marido, José Luque Manzano, lo adquirió en 1954.
Fundación El Fuerte organiza este evento en el que la periodista Amparo de la Gama entrevistará a Doña Isabel y a su hija Isabel Luque García, sobre los aspectos más desconocidos de la historia viva de El Fuerte Marbella. “Es una historia fascinante, que empieza en el Siglo XIX, y está repleta de gestas heroicas y, posteriormente, de anécdotas que involucran a personajes conocidos y desconocidos de una Marbella que aún vivía ajena a la jet set”, explican desde la Fundación.
Como introducción se emitirá un documental inédito, producido por Lemendu S.L., que narra los momentos clave de este emblemático 5 estrellas, que el año pasado fue completamente reformado. Además, el evento también contará con la presencia de una persona que conoció de primera mano a muchos de los personajes ilustres y famosos de múltiples nacionalidades, que han visitado El Fuerte Marbella desde su inauguración en 1957: Pedro Guerrero.
Pedro tenía 15 años cuando empezó a trabajar de botones en El Fuerte Marbella, y no hay día que no recuerde, aún hoy jubilado, a alguno de los huéspedes a los que atendió. No obstante, del que más recuerdos tiene es de Walt Disney, el famoso cineasta norteamericano que pasó el verano de 1958 en la habitación 208 de El Fuerte Marbella.
Pedro fue el encargado de pasear todos los días a su auténtico perro Pluto por la Playa de Venus, y evoca cómo si fuera ayer la estrecha relación que mantuvo con el precioso labrador, del que destaca su perfecta educación. Pero lo que hace brillar sus ojos es el recuerdo de las propinas de 50 pesetas que recibía por esos menesteres, y que su madre agradecía de corazón ya que aliviaba las necesidades de la casa.