No sólo en el hospital Costa del Sol los médicos y sanitarios marbellíes lo han dado todo por los pacientes del coronavirus. En Madrid, en Barcelona o en Tarragona doctoras de nuestra ciudad han combatido, cada una con sus circunstancias, la pandemia. El Periódico de Marbella ha hablado con tres de ellas para dar testimonio de su experiencia y que se sepa la increíble labor que han llevado a cabo en unas condiciones muy difíciles.
María Maíz, Medicina Interna en hospital 12 de octubre de Madrid
Esta doctora especializada en medicina interna y endocrina ha vivido la pandemia de una manera muy intensa en uno de los epicentros de la lucha contra el coronavirus: el hospital 12 de Octubre de Madrid. Ha tenido la suerte de no s infectarse, como le ha pasado a 1.180 compañeros de este hospital de 15 plantas situado al sur de Madrid. Cuando al inicio de la pandemia se dejaron de atender consultas ordinarias y el centro se preparó para combatir la pandemia transformando planta tras planta en salas covid, esta doctora marbellí no dudó en presentarse voluntaria para ayudar a sus compañeros.
“Al principio sí tuvimos algo de protección con EPIs y mascarillas, aunque tuve que comprarme unas gafas especiales. Después de los primeros días me di cuenta que quienes más necesitaban protección eran los compañeros de la UCI y quienes limpiaban a los pacientes de coronavirus y opté por atender a los enfermos en planta, que estaban menos graves, con mascarillas y bata”, explica María. “La pandemia ha sacado lo mejor de mis compañeros. Ha sido algo increíble. Algunos de ellos, veteranos de los atentados del 11-M, contaban que la pandemia era mucho peor. Era como tener un 11-M todos los días”, relata la doctora.
María estuvo pronto a cargo de varias salas con enfermos de coronavirus. Muchos de los cuales por desgracia fallecieron. “Por eso, yo a los negacionistas de la pandemia, que alguno hay que dice que no existe el coronavirus, les diría que deberían haber estado conmigo en lo peor de los meses de marzo y abril firmando los certificados de defunción”, explica tajante.
A pesar del creciente número de brotes que como champiñones proliferan por toda España María es moderadamente optimista: “ahora estamos mejor protegidos y mucho más preparados para otro rebrote. Mientras la mayoría de casos sean asintomáticos o no requieran hospitalización y la gente esté concienciada de usar mascarilla y mantener la distancia social podremos evitar los peores días de marzo y abril”.
Nines Lima, Coordinadora de residencias de mayores en Barcelona
Nines Lima ha vivido en Barcelona la pandemia desde su puesto de coordinadora del dispositivo de Médicos Sin Fronteras (MSF) para ayudar en las residencias de mayores. Ella, que se ha enfrentado a brotes de Ébola, cólera o malaria en algunos de los lugares más pobres y peligrosos del mundo como Sudán, Congo, Níger, Somalia o Afganistán, ha aplicado todo ese conocimiento para formar al personal de las residencias y establecer protocolos con los que proteger a los ancianos.
“La situación que encontramos en los centros de mayores fue muy grave. El personal no sabía cómo separar por zonas limpias y contaminadas las estancias. No tenían equipos de protección suficientes. Ni siquiera las plantillas estaban al completo”, relata esta doctora marbellí. Por eso, como coordinadora de MSF, sus equipos impartieron cursos de formación al personal de residencias para que supieran como organizar las zonas dentro de las residencias para evitar contagios. Distribuyeron hasta 1,4 millones de pares de guantes, 115.000 mascarillas quirúrgicas, más de 100.000 batas desechables, botas y un millar de máscaras transparentes reutilizables de protección facial. Y coordinaron con el Servicio de Empleo de Cataluña la cobertura de las plazas vacantes de trabajadores de las residencias donde hacía falta.
Nines Lima sabe que esta pandemia va a dejar secuelas psicológicas en muchas personas que han vivido situaciones traumáticas, como la pérdida de una persona querida de la que no han podido despedirse. “Habrá un rebrote de patologías relacionadas con la Salud Mental y ahí habrá que estar atentos para ayudar a quienes lo necesitan para que puedan digerir mejor su desgracia”, señala. Sin embargo, cuando alguien le comenta que esta pandemia ha sido como una guerra ella, que sabe lo que es actuar de emergencia con Médicos Sin Fronteras en países en conflicto, explica “cuando estás en una zona de guerra no hay un Mercadona al que ir cuando sales de trabajar. Ni te puedes dar una ducha caliente antes de ver una película en Netflix. Esto es una pandemia, muy grave, pero de la que saldremos”.
Marina de la Torre, Urgencias en hospital de Tarragona
Marina es una doctora marbellí que pasó lo peor de la pandemia atendiendo urgencias en el hospital de Tarragona. Donde vivió en primera persona la misma falta de medios de protección que han padecido los sanitarios por toda España. “Los trajes EPI teníamos que compartirlos los compañeros, cuando terminaba mi turno lo “heredaba” quien me sustituía”, explica esta joven doctora. Apenas han tenido mascarillas para protegerse, ni guantes suficientes. Incluso la misma mampara para proteger la cara la utilizó durante semanas, lavándola día a día. “Hemos tenido que usar bolsas de basura como protección. En general hasta finales de mayo no ha mejorado el suministro de equipos de protección. Y eso que en Tarragona hemos tenido la suerte de no estar tan desbordados como Barcelona”, aclara Marina.
Esta doctora recuerda la intensidad de los primeros días de la pandemia, en marzo y abril, “cuando teníamos una gran incertidumbre por el desconocimiento que había respecto al coronavirus. Desde Urgencias tuvimos que adaptar el protocolo de actuación ante casos sospechosos, porque nosotros tratábamos a personas, niños, adultos y mayores, con dolencias urgentes. Y no podíamos contagiarlos”, señala Marina. Esta doctora marbellí, a día de hoy, no sabe si ha pasado el coronavirus, “mi pareja lo pasó y creo que me infectó porque tuve síntomas compatibles con el Covid-19. Me quedé aislada en casa unos días. Pero no me han hecho la prueba PCR o el serológico”. “No me quejo, he tenido compañeros intensivistas en la UCI que lo han pasado muy mal. De hecho la psiquiatra del hospital ha estado haciendo terapias de grupo y personales con muchos de los médicos y sanitarios que han estado más a pie del cañón”, explica Marina, que acaba de volver a la Costa del Sol, donde ocupa plaza en Urgencias, donde a ella le gusta, en el centro médico Hospiten.
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