Francisco Flores Arrocha copó durante meses los titulares de los periódicos de toda España. Tras cometer cuatro asesinatos por un asunto relacionado con la disputa de una herencia y echarse al monte en la Serranía de Ronda, se convirtió en toda una celebridad a nivel nacional. Hasta que fue muerto en una emboscada por la Guardia Civil y trasladado a Marbella. El paso de Flores Arrocha y su entierro en Marbella fue todo un acontecimiento que aún se recuerda en nuestra ciudad.
CUATRO ASESINATOS POR UN PUÑADO DE TIERRA
Hay bastante unanimidad sobre los motivos que justificaron los crímenes cometidos por Flores Arrocha. De forma resumida son los siguientes: el pastor de Igualeja tenía la promesa de su suegro de que le vendería una finca, La Mentirola, en el paraje de La Fuenfría, entre Ronda, Istán y Benahavís. La Fuenfría siempre tuvo fama por la calidad de las patatas que se cultivaban. Sin embargo, su suegro optó por cerrar la venta con un primo de Flores Arrocha llamado Salvador Becerra Flores. Muchas veces los peores negocios son los hechos entre familiares. Según se relata en el libro Bandoleros en la Serranía de Ronda de Isidro García Cigüenza, el pastor de Igualeja, en septiembre de 1932, vendió parte de su ganado, compró una escopeta y munición y se dirigió a la Fuenfría, donde hirió a Salvador Becerra y mató a una de sus hijas. A continuación se echó al monte, que conocía perfectamente, junto a su sobrino Pedro Flores.
De inmediato la Guardia Civil organizó su búsqueda, situando un retén en la Fuenfría para proteger a Salvador Becerra y su familia. Pasadas unas semanas, con motivo de unos desordenes sociales en Benahavís, los Guardias Civiles que protegían al primo del bandolero fueron retirados de la Fuenfría. Era la ocasión que esperaba Flores Arrocha y su sobrino. Se personaron en la finca serrana e iniciaron un tiroteo mientras Salvador Becerra araba el campo. Lo asesinaron a él, a su mujer y a una hija pequeña.
De nuevo se echaron al monte y, de nuevo, los Guardias Civiles fueron incapaces de localizarlos. Hasta que, según relata Fernando Alcalá en su libro Marbella, Segunda República y Guerra Civil, “el capitán de la Guardia Civil Guillermo Céspedes supo por unos pastores que Flores Arrocha se encontraba en un paraje llamado Arroyo Hondo”, entre el Daidín y Cerros del Duque, en el límite de Ronda con el partido judicial de Marbella. Alcalá Marín relata que tres parejas de Guardias Civiles emboscaron a los dos asesinos, matando Flores Arrocha a uno de ellos, Teodoro López, y siendo a su vez muerto por el cabo Francisco Lanza. El sobrino Pedro Flores consiguió huir malherido. Se escondió en la Serranía la friolera de tres años y medio, hasta el inicio de la Guerra Civil, siendo fusilado por el Bando Nacional en Málaga en 1937.
TRASLADO A MARBELLA
Con su muerte, Flores Arrocha inicia su relación con Marbella. Según el libro El bandolerismo andaluz de Manuel Pérez Regordán, el motivo de su traslado a Marbella se debe a que los hechos ocurrieron en término de Benahavís, del partido judicial de Marbella. Por tanto, se desplazó el juez de instrucción marbellí Mariano Gómez Contreras hasta el lugar donde había muerto Flores Arrocha y se procedió al levantamiento del cadáver. También acudieron los médicos forenses de Marbella Félix Zea y Adolfo Lima Chacón, el teniente coronel de la Guardia Civil Gerardo Conde y, como testigos, Manuel Cantos Lima y Luis Suárez Nieto.
Según explica el historiador Pablo Benítez en su Tesis República, Retaguardia y Justicia Militar en la Serranía de Ronda 1930-1940, “el juez ordenó el traslado del cadáver al depósito judicial de Marbella, ya que llevarlo a Benahavís, a donde correspondía, era prácticamente imposible por lo dificultoso del terreno. Hay que tener en cuenta la fecha, finales de diciembre de 1932, con tiempo lluvioso y caminos intransitables”, explica Pablo Benítez a El Periódico de Marbella.
Tapado con una manta y subido a un caballo, la comitiva se dirigió hacia Marbella. El Guardia Civil fallecido fue trasladado a una camioneta siguiendo el mismo camino. La repercusión del tránsito de los cadáveres hasta Marbella fue enorme. Hay que tener en cuenta que Flores Arrocha se había convertido en todo un mito a nivel nacional. Reporteros de periódicos de Madrid y otras ciudades esperaban en Marbella la llegada de su cadáver.
Según Pablo Benítez, el paso de Flores Arrocha por Marbella fue recibido en silencio por la multitud. “Lo que sí tuvo repercusión en la Colonia de San Pedro Alcántara y Marbella fue la llegada del cadáver del guarda civil que resultó muerto, Teodoro López. En San Pedro recibió todo tipo de ovaciones, cubierto con numerosas coronas y bandas confeccionadas por las mujeres de la colonia. En Marbella se improvisó una capilla ardiente”, tras su llegada al cuartel de la Guardia Civil situado en el castillo. Alcalá Marín en su libro explica que se puso una mesa a la entrada del cuartel donde se recogieron muchas firmas con muestras de sentimiento por la muerte del Guardia y de adhesión a la Benemérita.
Antes de entrar en Marbella la comitiva hizo un alto en la Venta San Rafael, a la altura de la actual Venta Los Pacos. Este establecimiento hostelero era la parada natural para muchos caminantes y viajeros que solían descansar en ella tomando un vino antes de entrar en Marbella. Paco Villalba, nieto de Isabel Gámez la propietaria de la venta, relata que “mi abuela nos contó que recibió a la comitiva, se ató el caballo que llevaba al bandolero en la argolla a la entrada del a venta y se tomaron unos vinos porque mi familia tenía viñas que daban una uva de muy buena calidad y quienes trajeron a Flores Arrocha estuvieron descansando unos momentos antes de entrar a Marbella”.
El último bandolero fue llevado al cementerio de San Bernabé, “donde mi bisabuelo Félix de Zea y mi abuelo Adolfo Lima le hicieron la autopsia. Hubo que echar a la gente porque la entrada del cementerio se llenó de curiosos. Según tengo entendido, su cuerpo acabó en la fosa común del cementerio”, señala Juan Luís Lima, descendiente de los dos forenses que atendieron al fugitivo. Sobre el lugar de descanso de Flores Arrocha, el historiador Alcalá Marín aporta más información en su libro, ya que recuerda su tumba con una cruz en la que está escrito su nombre, “pasado un tiempo fueron retirados sus restos y trasladados a otro lugar de descanso”.
No termina con su muerte la relación de Flores Arrocha con Marbella. Algunos miembros de su familia acabaron afincándose en nuestro municipio. Como recuerdan Carmen y Juan Urbano Ortiz, “teníamos relación con su hermano y con la cuñada de Flores Arocha. Mi padre les compraba los frutos secos del campo, como la avellana, la almendras etc., y, además, le vendía los amoniacos para el campo. Lo que mi padre le compraba se lo pagaba al momento, pero el amoniaco tanto a ellos como a todos los del campo lo pagaban cuando cogían la cosecha”. Carmen Urbano explica que ella se encargaba de “hacerles las letras de cambio, para poder mi padre negociarlas con los Bancos y cobrarla. O bien venían a mi casa a firmarlas, o mi padre conmigo nos íbamos los domingos por cada finca a que nos firmarán las letra y estuve también en su casa. El hermano era muy buena persona”.
Flores Arrocha se convirtió en la última leyenda viva del bandolerismo serrano, atrayendo la atención de toda España durante los meses que estuvo huido en la Serranía de Ronda mientras decenas de Guardias Civiles trataban de dar con él. Al final pagó por los crímenes que cometió y Marbella fue la última parada de su viaje. Como acertadamente puntualiza en su libro Marbella, Segunda República y Guerra Civil el Cronista Oficial de Marbella Fernando Alcalá, “Flores Arrocha no es el clásico bandido generoso andaluz que roba al rico para ayudar al pobre, es un criminal que tiene que responder por cuatro asesinatos”. Pago con su vida por ellos y, en el camino, se convirtió en una leyenda.