Contamos con un patrimonio histórico y arqueológico de una enorme riqueza en nuestro municipio: un castillo de origen romano en el casco antiguo de Marbella, las termas y la basílica paleocristiana en la zona de Guadalmina-El Ingenio, patrimonio industrial como nuestros embalses centenarios o los trapiches de Guadaiza y El Prado, etc. Y, al final de la cola de la larga lista de nuestro patrimonio, está el galeón sin nombre de San Pedro. El Periódico de Marbella publica una serie de reportajes sobre este yacimiento arqueológico submarino único en la Costa del Sol con objeto de arrojar luz sobre este pecio que descansa en aguas sampedreñas desde hace cientos de años.
Muy cerca de la playa de San Pedro se encuentra un pecio sin nombre. Sin historia reconocible. Del que se desconoce casi todo porque el tiempo y el expolio lo han despojado de muchas de sus partes. Este yacimiento arqueológico subacuático lleva por lo menos trescientos años bajo nuestras aguas y se ha convertido en una de las principales atracciones de la Costa del Sol para los clubes de submarinismo de Málaga.
El Centro de Arqueología Subacuática de Cádiz (CAS) lleva más de diez años trabajando sobre el pecio. Su directora, Milagros Alzaga, ha explicado a este periódico que “a lo largo de distintos años (2009, 2014, 2015) se han realizado diversas visitas de reconocimiento del yacimiento con las que se han pretendido analizar su estado de conservación, así como aquellos aspectos que podían incidir de forma negativa sobre el mismo. Estos trabajos han sido llevados a cabo por equipos formados por 4-6 personas profesionales de la arqueología subacuática”.
Alzaga explica que, a lo largo de estas visitas, se han podido constatar la presencia de restos arqueológicos asociados a la estructura naval de una gran embarcación, entre las que destacan dos piezas de artillería de hierro, restos cerámicos y pequeños objetos metálicos: botones, hebillas, broches, piezas de fusiles, etc.
UN ENORME NAVÍO DE 60 METROS DE LARGO SIN IDENTIDAD
La directora del Centro de Arqueología Subacuática revela que el pecio sampedreño conserva una longitud (eslora) de 60-65m y una anchura (manga) de unos 12m y presenta un óptimo estado de conservación. Alzaga asegura que, respecto a la identidad del navío, “es desconocida y se continúa investigando su origen. La hipótesis de partida es que se trata de un navío militar construido en el siglo XVIII, pero aún no sabemos de qué embarcación se trata. Tradicionalmente, se han adscrito los restos a los navíos de línea franceses Lys o Magnanime. Sin embargo, si tomamos como referencia las medidas de los restos que se conservan bajo el agua, éstas no coinciden con ninguno de esos barcos”.
De este modo, desde el CAS descartan la hipótesis de que el Lys o el Magnanime puedan ser candidatos a ser el pecio sampedreño. Estos dos buques franceses fueron hundidos frente a la costa de Marbella a principios del siglo XVIII en la batalla de Punta Carnero contra los ingleses en el marco de la Guerra de Sucesión española. El Lys tenía 86 cañones y el Magnanime 74 y medían 49 y 44 metros de largo (eslora), con lo que serían sensiblemente más pequeños que el pecio medido por el CAS.
Además, Milagros Alzaga señala que el método constructivo del pecio sampedreño evidencia que el barco no es francés, “por cómo se posicionan las cuadernas”, ni de esa época, “porque el forro de sacrificio que recubre las cuadernas del navío son de un grosor posterior a principios del siglo XVIII”.
Entonces, ¿Quién es el barco hundido? La directora del CAS cree que hace falta hacer un estudio exhaustivo de los archivos municipales de Marbella y Estepona para saber si se menciona en crónicas antiguas el hundimiento de un navío tan destacado. Aunque aventura la posibilidad de que sea uno de los navíos mercantes hundidos entre Marbella y Estepona en una tormenta repentina que tuvo lugar en 1785.
Por tanto, el CAS no ha podido descubrir un indicio o prueba clara que puede servir para bautizar al pecio. En parte debido al extenso expolio que ha sufrido desde hace décadas. “Los restos han sido objeto de un importante expolio y algunas de sus cuadernas vienen sufriendo una degradación causada por los organismos bionaturales que se alimentan de materia orgánica”, explica Alzaga.
Para la directora del CAS, “la mejor prevención en estos casos es la concienciación. Seguir trabajando para que se vea el patrimonio como algo nuestro, parte de nuestra historia. Un yacimiento está conformado por distintos elementos que deben ser vistos como piezas de un puzle, la relación entre ellos y su análisis e interpretación conjunta nos llevará a comprender qué sucedió, como se construyó el barco, cuándo, por qué se hundió y como ha ido evolucionando desde entonces. Sólo así podremos tener la imagen completa que nos permita reconstruir nuestra historia. Hay que ser conscientes de que, si nos llevamos parte de esas piezas que componen este gran puzle, que es el yacimiento, perderemos gran parte de la información que nos podría transmitir. Debemos terminar con la idea de que la arqueología consiste en extraer piezas. Los profesionales de la arqueología analizamos cada elemento que compone el yacimiento y los ponemos en relación unos con otros. Este análisis pormenorizado nos dará una información valiosa sobre las sociedades que los produjeron”.
¿HABRÁ UN ESTUDIO SOBRE EL PECIO EL AÑO QUE VIENE?
Desde el Centro de Arqueología Subacuática de Cádiz (CAS) aseguran que están actualmente en conversaciones con el Ayuntamiento de Marbella para desarrollar un proyecto conjunto de investigación y puesta en valor del pecio y espera que el próximo año sea una realidad.
La implicación del Ayuntamiento en el estudio del galeón sampedreño ha sido mínimo a lo largo de las últimas décadas. Únicamente la directora general de Cultura Gema Midón mostró interés en estudiarlo allá por 2017, contratándose a la experimentada empresa de arqueología Nerea Arqueología Subacuática. Por aquel entonces, Midón aseguró en el periódico San Pedro Información que, “el objetivo es conocer a través del estudio de los restos del pecio su origen, recuperar los objetos que se puedan sacar de su interior y convertir este navío en una especie de museo bajo el agua. Una vez los arqueólogos hagan su trabajo barajaremos convertirlo en un polo de atracción turístico”.
El objetivo era delimitar el yacimiento del pecio, ver qué es lo que hay en el fondo del mar y lo que está enterrado. El siguiente paso era la excavación en sí, buscar toda la documentación que haya sobre el pecio y hacer un estudio del barco hundido. Y la última fase era la musealización, delimitando el yacimiento y convertirlo en un reclamo turístico. La directora general de Cultura aseguró en ese momento que “los enseres, utensilios y demás restos arqueológicos que saquen del navío serán catalogados y tratados para en un futuro ser expuestos”.
Han pasado los años y el actual equipo de gobierno municipal no tiene previsto ningún tipo de actuación sobre el pecio. Mientras tanto el expolio y la broma (un tipo de gusano parásito que se alimenta de madera) siguen haciendo su trabajo y condenando cada vez más al olvido al galeón sin nombre de San Pedro.
En el próximo reportaje se profundizará en el origen español del pecio sampedreño.
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