Ahora que la película de Oppenheimer triunfa en el cine y relata la historia de la creación de la bomba atómica, es más pertinente que nunca el libro que el periodista y escritor Agustín Rivera presenta el viernes 4 de agosto, a las 20.00 horas, en el hotel Don Pepe.
Hiroshima Testimonios de los últimos supervivientes, es una crónica sobre los hibakusha, los supervivientes de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, dos de los acontecimientos más impactantes del siglo XX. A través de entrevistas, Agustín Rivera recoge las voces, en primera persona, de las víctimas de una tragedia que marcó su existencia para siempre: el dolor, las secuelas e incluso el sentimiento de culpa por no haber podido ayudar a otros afectados en peor situación. El libro narra además la experiencia del autor como reportero de Diario 16, El Mundo y El Confidencial en las coberturas periodísticas en Hiroshima y Nagasaki en 1995, 2001 y 2012. Una obra para descubrir el ruido eterno de los muertos y la capacidad de superación, sin olvidar que somos memoria.
En su libro Némesis: La derrota del Japón 1944-1945, Max Hastings plantea que, mucho antes de que se lanzaran las dos bombas atómicas, Japón estaba al borde de la derrota por el férreo bloqueo submarino, marino y aéreo que sufría a manos de la Armada estadounidense. Sólo había que dejar que las islas niponas se asfixiaran. Pero con la Guerra Fría a punto de marcar el devenir de las siguientes décadas, los mandos estadounidenses sabían que había que mandar un mensaje contundente a la Unión Soviética y, a la vez, evitar las complicaciones de invadir unas islas que aún contaban con millones de soldados y civiles dispuestos a sacrificarse por el mandato de la dictadura militar que gobernaba Japón en nombre del Emperador.
Como se ve, las decenas de miles de muertos y los supervivientes hibakusha fueron simples piezas prescindibles en la compleja partida de ajedrez que jugaban las grandes potencias en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial.
Agustín Rivera, Málaga, cosecha del 72, supo a los cinco años que sería periodista cuando escuchó a unos señores por la radio cantar goles. «Papá, yo quiero ser como ellos». «¿Futbolista, hijo?». «No, los que están al lado de los futbolistas». No sabía que ese oficio que no sabía nombrar le llevaría a estar treinta años trabajando en periódicos: Diario 16, El Mundo, donde fue corresponsal en Japón, y El Confidencial. Ha sido enviado especial a quince países de cuatro continentes. Doctor en periodismo, enseña su vocación y alienta las carreras de futuros reporteros en la Universidad de Málaga.
Rivera es devoto de Leila Guerriero, Tom Wolfe y Chaves Nogales. Hiroshima, testimonios de los últimos supervivientes es su cuarto libro de no ficción.
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