Aunque tiene más de once metros de altura, cientos de años de antigüedad y está situada en medio de Puerto Banús, muy pocos saben de la existencia de la Torre del Duque. Esta almenara permanece escondida en el interior del jardín de una urbanización junto a la principal entrada al muelle de ribera de Puerto Banús. Sin poder ser visitada, sin apenas haber sido estudiada y siendo ignorada por los cientos de miles de visitantes que acuden a esta marina con otras prioridades en mente.
La Torre del Duque está catalogada como Bien de Interés Cultural (BIC) y pertenece al Ministerio de Educación aunque está situada en un terreno privado. Corresponde por tanto al Gobierno Central exigir a los propietarios de la urbanización Gray D’Albión, uno de los símbolos icónicos de Puerto Banús, que se encargue del buen mantenimiento de la torre y de facilitar un horario de visita para que cualquier persona pueda visitar su entorno.
La realidad es que la Torre del Duque no puede ser visitada. Desde el Ayuntamiento aseguran que existe una puerta de acceso junto a la Torre que no está habilitada ni cuenta con horario de apertura para poder ser visitada.
¿Cómo ha podido quedar la Torre del Duque encajonada entre bloques de apartamentos dentro de una propiedad privada? Sobre este punto arroja luz el artículo del profesor José Luis Casado Bellagarza en la web Rosaverde: https://www.rosaverde.com/2017/11/torre-del-duque/
En su artículo, Casado Bellagarza explica que el empresario José Banús inicio negociaciones con el Estado para que se le cediera el terreno de 600 metros cuadrados donde se encuentra la torre vigía, considerándose su venta o cesión del mismo por 99 años.
“Por parte gubernamental se barajó la cesión del inmueble, con varias condiciones: que el nuevo propietario restaurase la torre con técnicos competentes y el control del personal adscrito al patrimonio, además de no poder edificarse en los alrededores de la almenara en un radio de 30 metros, y las edificaciones que sobrepasaran la altura de una planta, deberían separarse 40 metros como mínimo, debido a su valor histórico y protección legal”, explica el historiador sampedreño.
Actualmente, la Torre del Duque se encuentra a 12 metros de distancia de un restaurante y a 15 metros de los apartamentos de la urbanización en la que se encuentra enclaustrada.
EL INFORME DE TEMBOURY
Es interesante reseñar en este punto el informe que redactó en 1965 Juan Témboury, delegado provincial de Bellas Artes de Málaga, para justificar la cesión de ese terreno a Banús justo en la época en que se estaba proyectando la marina.
Temboury recuerda en su informe que la Torre del Duque forma “parte integrante de un sistema estratégico que tal vez no tenga parangón. Es pieza evolutiva de un sistema de alarma con antecedentes de hace 23 siglos, durante la Segunda Guerra Púnica”. De hecho, considera que esta atalaya “es de un tipo único, que no vuelve a repetirse en todo el litoral malagueño y que es fase embrionaria entre lo musulmán y lo mudéjar, primer torreón construido después de la Rendición de Granada y al iniciarse los desmanes de la piratería”.
Temboury dictamina que la Torre del Duque debería permanecer en manos del Estado pero el terreno puede cederse al empresario José Banús en usufructo, “en tanto la tenga bien cuidada y vigilada. Estoy seguro de que con su tan probado criterio generoso y artístico, esta empresa haría reconstruirla bajo dirección competente y la convertirían en un ídolo de orgullo turístico, dentro de sus urbanizaciones”. No acertó del todo Temboury: el terreno fue cedido pero la Torre no se ha convertido en polo de atracción ni “ídolo”. De hecho, según explica Casado Bellagarza, Banús ni siquiera asumió la reparación de la Torre tras serle cedida por el Estado. Fue reparada por el Gobierno en 1985.
HISTORIA DE LA TORRE DEL DUQUE
Como relata Juan Temboury en su libro, Torres Almenaras, la existencia de torres de vigilancia costera está atestiguado desde la época de los íberos hace más de dos mil años. “En gran parte del Mediterráneo existieron torres de vigilancia que, con señales de humo diurnas o fogatas en la norturnidad, transmitían rápidamente los avisos de peligro a todo el contorno”, señala Temboury.
Concretamente, en Málaga, “en sus 148 kilómetros de playa existieron 55 torres de vigilancia, o sea distanciadas en un promedio de unos 2,5 kilómetro. Siempre tienen abundancia de agua y se encaraman en un montículo desde el que observan, en sus horizontes, las dos torres vecinas”. En Marbella han quedado seis almenaras: Torre de las Bóvedas, Torre del Duque, Torre de Ancón, Torre de Río Real, Torre de Lance de las Cañas y Torre de los Ladrones.
Sobre el origen de esta almenara, en su libro, Torres Almenaras, Temboury explica que “no hay referencias sobre esta torre en los viejos documentos. La cita más antigua es de una reparación hecha en 1565.No hay, pues, antecedentes de esta atalaya cuya forma y material de construcción son parecidos a los del castillo de Fuengirola y la Torre de Los Ladrones. Por tanto resulta casi evidente la ascendencia islámica de esta construcción”.