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Los campos abiertos y asequibles a veces son los que ocultan más peligros y por donde nadie quiere pasar. Son terrenos sin cercas ni vallas, ni por supuesto puertas, pero todos  lo rodeamos porque nunca se sabe lo que puede pasar. Lugares transparentes donde solo hay que darle a un botón para que todos los pormenores que ocultan sean evidentes. Mejor dejarlos nos decimos.

Siempre se dijo que no hay peor ciego que el que no quiere ver. Mirar puede llevarte a que no tenga escapatoria y tengas que tener opinión y lo más grave actuar. Yo también estoy dándole muchas vueltas a un tema que nadie quiere abordar. Ni los políticos, ni sindicalistas, ni los periodistas, ni ninguna asociación, ni, por supuesto, los ciudadanos en general.

Me refiero al tema del personal del Ayuntamiento. Más preciso: su convenio colectivo. O alguna clausula.

Es un apartado complicado, complejo y difícil que consume más del 60% de los gastos del Ayuntamiento y del que depende esencialmente la calidad de vida de la ciudad. Aunque cualquier empresario te diría que con esa carga ninguna empresa  es viable; ni, con ese porcentaje, queda presupuesto para inversiones tan necesarias en esta ciudad. Aunque sean unos gastos imprescindibles y necesarios para que nuestra ciudad sea una ciudad viable. Esto no lo discute nadie.

No quiero entrar en si son muchos -creo que ya superan los cuatro mil- ni si están bien organizados, ni en el absentismo laboral, pero sí en su convenio. Tampoco en un problema añadido, que solo señalo. Con las privatizaciones de servicio el personal de determinados servicios se los queda el Ayuntamiento teniendo duplicados el personal y creado dos tipos de trabajadores para la misma función. Jardineros, por poner un ejemplo, de la empresa adjudicada -con sueldos más bajos- y los que antes cumplían esa función que se quedan en la nómina municipal.

Pero quiero poner encima de la mesa otro tema. Y no tengo necesidad de hacerlo, ni  ningún beneficio, Más bien me traerá prejuicios. Sólo me lleva a provocar una reflexión de todos.

De esto no habla ningún programa electoral de ningún, y repito de ningún, partido político que se atreva a hacer propuesta, aparte de generalizaciones como reforma, adecuación, mejora…. Es como un campo de minas por donde nadie quiere pasar; o como digo siempre, una empresa donde los trabajadores pueden echar a sus jefes no votándolos si no contrata a su familia o hacen algo que no les guste y además encontrárselo en el bar para recriminarlos. Cuatro mil trabajadores supone una masa de más de seis mil votos y en unas elecciones locales son esenciales.

Todos defendemos las condiciones laborales de cualquier trabajador que hay que mejorarla también. La pregunta que me hago es sí por ser función pública deben tener mejor situación que el resto de trabajadores, pagado con el dinero de nuestros impuestos.

Invito a los lectores que lean, porque es público y está publicado el convenio laboral del Ayuntamiento de Marbella y opinen sobre sus cláusulas. La mayoría lógicas y normalizadas, otras deseables y otras envidiables y, quizás alguna excesivas.

Pongo un ejemplo del que me enteré el otro día. El personal que se jubila en el Ayuntamiento de Marbella recibe un premio de jubilación.

Está recogido en el convenio con una fórmula fácil de cumplimentar. Si el personal se jubila un año antes de de su edad de jubilación recibe 350 euros por año trabajado y dos nóminas completas por cada cinco años. Si ha trabajado treinta años, por poner un supuesto, recibe como mínimo cuarenta mil euros de gratificación por su jubilación. Un amigo administrativo ha recibido sesenta mil. Y, no, no estoy en contra de está clausula de convenio, lo que me gustaría es que la recibiésemos todos, como el resto de beneficios que dicho convenio incluye. Y una pregunta que viene a cuento. ¿por qué tiene que haber también  liberados sindicales por el número de militantes duplicando así  los representantes elegido en las votaciones sindicales también liberados, cuando esto no sucede en ninguna otra empresa?

De vuelta a lo anterior. No sé otros trabajadores pero yo recibí, tras cuarenta años como funcionario, un diploma, y nada más, de la Conserjería de Educación de la Junta de Andalucía donde se me agradecía los servicios prestados en la función pública.

La pregunta que dejo en el aire es si puede haber trabajadores de primera y de segunda; sobre todo con dinero público.

Rafael García Conde

Ex-concejal

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