A veces el tiempo, la curiosidad por desmenuzar datos e ideas o la búsqueda del significado completo de cualquier frase te lleva a afilar el lápiz a expresiones frecuentes en nuestras conversiones diarias que son confusas o sencillamente falsas.

Me fijo hoy en: “transporte urbano municipal”

Transporte es llevar un objeto de un lado a otro. En el caso que nos afecta es el servicio de autobuses que lleva a los ciudadanos de un lugar a otro. Por puntualizar hablamos de transportar personas, no de  otros objetos o animales. No entro en que sea insuficiente, deficitario, irregular e imprevisible, ni tampoco en que pueda desplazar otros bienes que no sean personas. La queja que refleja “El Periódico de Marbella” de un usuario frecuente le pone datos a estos adjetivos que hace que se quede en eso: transportar. Las condiciones higiénicas, adecuadas, necesarias, eficaces y convenientes de este servicio son imprescindibles para una ciudad de calidad.

Si este transporte quiere eliminar los atascos, contaminación, inconvenientes de los vehículos particulares debe reunir unas condiciones de puntualidad y frecuencia que en este caso no se dan. Nadie se puede jugar su trabajo o la asistencia a servicios sanitarios -hospital, ambulatorios- educativos -colegios o guarderías -deportivos o lúdicos en general a un transporte que nunca llega a su hora, ni fiable ni adecuado a la temporada turística o a determinadas zonas. En este último aspecto los autobuses pasan de largo a rebosar o apenas cabe un alfiler.

El concepto de urbano no es tan discutible. Hace referencia a la urbe. Marbella es, como he dicho muchas veces, poliédrica y sobre todo policéntrica. Tan urbe es Las Chapas, como Nueva Andalucía, San Pedro Alcántara o Marbella. El transporte si quiere llamarse urbano debe llegar a todos los rincones con la frecuencia y cantidad adecuada a los habitantes de esos núcleos. Y en el núcleo del casco urbano a todos los barrios aunque en el caso de Marbella parece ser, por el número de autobuses que allí se dirigen, que el centro de la ciudad es el parque empresarial de La Cañada. Podemos estar hablando de un servicio urbano esencial por las consecuencias de calidad de vida que puede ofrecer tanto medio ambientales como en las necesidades más prioritarias de los ciudadanos.

Lo de municipal es más confuso. ¿Quiere decir que quien lo gestiona es la Corporación Municipal? Podría ser, pero no. Esta corporación de derechas confía más en la gestión privada que en la publica. Con ello se califica a si misma de incompetente, vaga o incapaz de gestionar los servicios municipales. La desidia como principio de la actuación. Porque está claro que si una empresa privada se encarga del servicio no es “por amor al arte”. Espera obtener beneficios económicos y no sociales. Beneficios que podrían revertir en mejorar el servicio y el estado de los autobuses.

Si por municipal quiere decir gratuito. Estamos completamente equivocado. No podemos obviar que de las arcas municipales, es decir de nuestros impuestos, salen los seis millones de euros anuales que dicha empresa se lleva por este servicio.

Si por municipal quiere decir que lo utiliza todo el mundo -es decir transporte público- podemos decir que sí. En el verdadero sentido de la palabra público que no es que pueda usarlo cualquiera -que también- sino que no hay que pagar por usarlo.

Utilizo el transporte urbano de vez en cuando. Marbella es una ciudad difícil de andar sobre todo por sus cuestas, unido el asesinato de sus árboles y eliminación de sombras. Recomiendo su utilización. Este servicio urbano refleja en sus usuarios una imagen real de los ciudadanos de nuestra ciudad, en especial de la clase trabajadora entre ellos de los emigrantes – de mayoría sudamericanos y de los países del este, muy pocos africanos- y de los jubilados que son mayoría. Usuarios cosmopolitas, educados, serviciales y atentos con las personas mayores -aún hay jóvenes que ceden su asiento- que ni los medios ni la opinión de media España tiene de nosotros. Auténtico pueblo.

Pueblo que debe ejercer su derecho y en esta situación sería llenando el buzón de reclamaciones municipal cada ve que un autobús no ofrece las condiciones de higiene, pasa de largo, no llega a su hora, viene masificado o no ofrece las condiciones básica de cualquier servicio municipal. La indignación no sirve para nada si no se traduce en hechos. De otra forma ni este artículo ni las quejas en casa o el bar servirán para nada.

Rafael García Conde

Ex concejal delegado de Cultura

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