Tras la figura de Gino Bartali-Verso Libre-Javier Lima

Hoy quiero traer a la actualidad la figura de un héroe que primero lo fue por su bicicleta y posteriormente por su humanidad. Su nombre es Gino Bartali. Nació en 1914 en una pedanía de Florencia, Ponte a Ema, en el seno de una familia humilde de campesinos. De adolescente empezó a trabajar en un taller de bicicletas y fue ahí donde descubrió su amor por la bicicleta. Ganó su primera carrera con diecisiete años, convirtiendo pronto su afición en profesión.

Con veintidós ya había ganado el primer Giro de Italia, al que le seguiría otro en 1937 y un Tour en 1938 que lo convirtió en un héroe nacional por sus éxitos deportivos, su fortaleza y por una personalidad humilde que el régimen de Mussolini pretendió rentabilizar, como suele ser habitual en la política. Bartali desafió las reglas al no dedicar su victoria al dictador fascista.

En su mejor momento estalló la Segunda Guerra Mundial y encontró una manera de emplear su talento con un propósito mayor. Mientas la guerra se iba extendiendo por toda Europa, la comunidad judía de Italia se enfrentaba a una discriminación cada vez mayor por las leyes raciales, algo que empeoró tras el derrocamiento del régimen de Mussolini en 1943 y que las tropas alemanas invadieran el norte de Italia y empezaran las deportaciones.

Al ser una estrella en su país, Gino Bartali fue ahí donde surgió la carrera más importante y valiente de su vida.

Sin que los amigos y la familia lo supieran Bartali se unió a una red clandestina que el arzobispo de Florencia, Elia Dalla Costa, amigo de la familia, había formado junto a laicos, monjas de clausura, frailes franciscanos y otros monjes para ayudar a escapar de una muerte segura a centenares de judíos amenazados por las leyes raciales y unas deportaciones que empezarían en septiembre de 1943. El plan tenía el apoyo del Vaticano y del propio papa Pío XII, aunque faltaba un correo que transportara documentos, fotografía y dinero de una ciudad a otra sin levantar sospechas. El arzobispo pensó que su prestigio podía ser útil dado que Bartali era una estrella y tenía libertad de movimiento para entrenar. Utilizó sus entrenamientos de largo recorrido para pasar documentos falsos de identidad ocultos en el cuadro de su bicicleta. Llevaba fotografías y traía documentos. Eran casi 400 kilómetros en un día y fueron al menos 45 viajes entre Florencia y Asís jugándose la vida con la documentación oculta bajo el asiento. Era un hombre generoso, creyente, pero no lo hizo por su fe católica, sino por humanidad como admitiría más tarde a su hijo. Cosas que se hacen, pero que no se cuentan.

Tenía 29 años. Cada mañana salía a entrenar por las carreteras perdidas y secundarias de la Toscana, un invierno en que Italia convivió con los nazis. De Florencia a Asís, 185 kilómetros y otros tantos de vuelta semanalmente mientras tomaba mentalmente nota de los retenes de los alemanes y sorteaba los controles militares. Nadie supo hasta su muerte que aquel trayecto le sirvió a Bartali para transportar, escondida en los tubos de la bici, la documentación falsa que salvó la vida a centenares de judíos a punto de ser deportados. Más de 6000 judíos italianos perecerían en los campos de concentración. También escondería a una familia judía en su propia casa de Florencia.

La verdad de su hazaña se descubrió en el año 2000 tras morir Gino Bartali de un infarto. Se lo contó a su hijo Andrea, pero le hizo jurar que guardaría el secreto pues creía que no se merecía ningún reconocimiento. Él creía que solo había hecho lo correcto. Su actitud altruista se puede resumir en lo que dijo: ‘Los verdaderos héroes son los otros. Aquellos que han sentido sufrimiento en sus almas, corazones, espíritus, mentes… por sus seres queridos. Esos son los verdaderos héroes. Yo solo soy un ciclista’.

Gioia Bartali, su nieta intenta esclarecer la historia secreta de su abuelo que un día le dijo: ‘De mí hablarán más cuando esté muerto que en vida’. Era la conciencia de estar escondiendo algo importante para la humanidad que sabía que un día terminaría trascendiendo.

Aunque ya era muy veterano ganó un tercer Giro, 10 años después, en 1946 y un Tour. De hecho, es el único ciclista en ganar dos Tours, con 10 años de diferencia y quién sabe si no hubiera habido una guerra mundial en lo mejor de su carrera cuántos títulos más podría haber ganado. Un ciclista que quizás sería de los últimos representantes del ciclismo clásico, donde la capacidad física y la tenacidad se imponía a la estrategia de equipo. A su eterno rival y amigo, Fausto Coppi, lo sacaba de sus casillas cuando antes de empezar la carrera lo veía fumarse un cigarrillo. Hombres hechos de otra pasta.

El 14 de julio de 1948, en pleno Tour de Francia, recibió una llamada. Un estudiante de Derecho había disparado al jefe del partido comunista, Palmiro Togliatti, justo cuando Italia estaba en plena agitación de posguerra con el riesgo de una contienda civil entre italianos. Bartali escuchó al otro lado del teléfono la voz del primer ministro, Alcide de Gasperi: ¿Puedes hacerme un favor? Necesito que ganes el Tour. Lo llamó para reconciliar a un país revuelto y enfrentado, donde los ánimos estaban muy revueltos y parece que lo consiguió gracias a su victoria. Los políticos son conscientes de lo importante que son las grandes victorias deportivas para apaciguar a las masas.

Fue muy emocionante, solo quedaba una semana y el primer clasificado, Louison Bobet, le sacaba 21 minutos al italiano. En un temporal de agua y viento, el mismo clima que dominaba durante sus viajes secretos a Asís, atravesó primero la meta, recuperó la diferencia, ganó las dos siguientes etapas en los Alpes y entró en los Campos Elíseos con la histórica ventaja de veintiséis. Los informativos de toda Italia abrieron con su gesta deportiva y la leyenda señala que Bartali evitó una guerra civil.

Demasiados años después, en 2018, como resultado de su hazaña humanitaria, fue homenajeado por el Centro de la Memoria del Holocausto Yad Vashem en Israel en una ceremonia en la que asistió su hijo en 2013. En 2018, la 101ª edición del Giro saldría por primera vez de Europa, recorriendo algunas ciudades de Israel para rendirle homenaje a Gino Bartali.

Afortunadamente se ha reconocido su hazaña que se ha trasladado a películas, incluyendo películas de animación y diferentes libros, uno escrito por su propio hijo, Andrea.

Publicaciones Anteriores de Javier Lima

Javier Lima _verso Libre- Terapia Electoral

Hay muchas razones para leer y escribir: tantas como personas. Veía en las redes a un amigo de Facebook, concretamente a Antonio Jesús Núñez Azuaga, que comentaba que le gustaban los libros porque tenían dos grandes funciones: hacerle pensar o hacerle dejar de pensar y que dependiendo del momento cualquiera…

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario.

Leer más