La Sierra del Endrinal siempre ha quedado injustamente eclipsada por la cercana Sierra del Pinar, cuyo pinsapar ha acaparado mucha más atención por parte de los senderistas y público en general. Lo que ha relegado a la Sierra del Endrinal a un segundo plano de un modo inmerecido. Ya que recorrer esta cordillera es una de las mejores experiencias que puede tener un senderista en Andalucía.
Canchales, torcales, sumideros, lapiaces, desfiladeros, peñascos, simas, etc. El Endrinal es un auténtico museo de formaciones kársticas. La caliza ha sido modelada en esta sierra durante milenios. Para delicia de los senderistas que la recorren todos los años.
Nuestra propuesta de ruta parte desde el pueblo blanco de Grazalema y culmina, 12 km más allá, en Villaluenga del Rosario. Es necesario advertir que esta excursión requiere de cierta forma física y costumbre de andar por senderos y firmes duros y pedregosos.
Enfilamos la parte alta de Grazalema hasta el camping Tajo Rodillo. Allí hay una cancela con cartelería de excursión junto a un aparcamiento. Cerramos la puerta tras nosotros y comenzamos fuerte: tenemos que subir haciendo zetas por un sendero que nos hace subir rápidamente en poco tiempo. Siempre a la sombra del Peñón Grande, que domina el pueblo blanco gaditano. Es frecuente que veamos buitres remontando el vuelo aprovechando las corrientes térmicas para ascender con facilidad.
Dejamos atrás una era en buen estado y pronto salimos del pinar en el que hemos ido ascendiendo hasta que el paisaje se abre. Vemos ya Grazalema muy abajo cuando llegamos al Puerto de El Endrinal, tras media hora de intensa subida. Este es un punto ideal para tomarse un descanso breve y otear el valle de Los Llanos de El Endrinal, presidido por las cumbres gemelas de El Reloj y el Simancón, de más de 1.500 metros de altura.
El sendero nos desvía a la izquierda del valle, descartándose un desvío para visitar los Llanos. Nos introducimos en un tupido pinar con quercus, lleno de zonas musgosas y húmedas. Un auténtico paraíso por el que ahora transitamos.
Encontramos a unos cientos de metros un desvió señalizado para volver a Grazalema a la izquierda, que obviamos para seguir de frente. Vamos ascendiendo de forma cómoda y tendida. El pinar se va aclarando y pronto tenemos enfrente la cima blanca de El Reloj, que iremos rodeando a media ladera por su izquierda.
Nos introducimos ahora en una zona de roquedos donde la caliza se vuelve protagonista: el Canchal de la Bejerana. Un territorio roto, donde el sendero empedrado es la única opción ante el afilado lapiaz de la caliza.
Tras pasar a continuación por una zona de jóvenes encinas desembocamos en la Charca Verde: una hoya despejada de rocas donde suelen beber las vacas retintas que pueblan esta sierra. A la sombra de las encinas es recomendable tomar un refrigerio mientras vemos enfrente las cumbres blancas y peladas de El Simancón y El Reloj.
Retomamos la marcha por el sendero del que, en unos metros a la izquierda, se desgaja un ramal que nos desviaría hasta el Chozo de El Reloj, un refugio de piedra situado en la parte más agreste de esta dura sierra. Nosotros continuamos de frente hasta que llegamos a un cruce señalizado. De frente seguiríamos hasta los Navazos, desde donde ascenderíamos al Puerto de la Víbora para descender posteriormente a Villaluenga del Rosario. Es el camino “difícil”.
Optamos por descender por la izquierda por un sendero bien marcado entre roquedos y encinas hasta llegar a una angarilla que cruzamos, en el denominado Puerto de los Navazos.
El sendero nos encamina hacia la izquierda hacia la cañada de El Encinar. Debemos ir atentos a pegarnos a la pared derecha, según se baja, de esta cañada, para tomar un sendero que entre rocas nos aupa a diversas dolinas.
El camino es claro y bien pisado, así que no hay pérdida posible hasta que llegamos a un puerto desde el que oteamos muy abajo la carretera que une Grazalema con Villaluenga del Rosario. Sólo nos resta bajar hasta cruzar una cancela que nos conecta con un carril empedrado desde el que, en menos de un kilómetro, nos lleva a Villaluenga del Rosario.
Este espectacular pueblo blanco, uno de los más bellos que existen en la Serranía de Ronda, está a la sombra de la hermana pequeña de El Endrinal, la Sierra del Caíllo. Y es el lugar perfecto para almorzar en alguno de sus restaurantes, donde se puede comer una buena ración de queso payoyo de acompañamiento a una buena carne de monte en salsa. El retorno a Grazalema se puede hacer en la línea de autobús que pasa después de comer desde Ubrique en dirección a Ronda, y hace parada tanto en Villaluenga como en Grazalema.
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