Adrián Ruiz Pelayo y Andrea Martello, cruzaron a pie España entera, de Marbella a Picos de Europa, en 2019 acogidos a la generosidad de quienes les prestaron ayuda no monetaria con el proyecto ‘Un camino por descubrir’. Pasaron hambre y sed, durmieron fiados de la buena voluntad de quienes les acogieron y, en el Monasterio de Santo Toribio de Liebana, fueron recibidos por el entonces presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla.
Ahora, en 2025, los dos jóvenes marbellíes vuelven a las andadas. Nunca mejor dicho. Muy pronto, el 1 de marzo, estos dos jóvenes marbellíes volverán al camino con el mismo espíritu aventurero y diferente destino: van a ir de Marbella al Vaticano cruzando medio Mediteráneo. De nuevo, ‘Un camino por descubrir’ vuelve con el objetivo de conectar a las personas a través de historias reales y emotivas, destacando la importancia del altruismo, la hospitalidad y el descubrimiento personal.
El itinerario, en autosuficiencia confiando en la ayuda alimentaria y el cobijo que puedan darles personas anónimas durante su viaje, comenzará en el malecón de Marbella Club. En este punto un barco los llevará a Ibiza, Cerdeña y Sicilia. Recorrerán parte de esta isla andando hasta el Estrecho de Messina, que cruzarán a nado para introducirse en Italia. Remontarán desde el sur de la bota italiana con el objetivo de llegar a Roma y celebrar allí el Jubileo.
REEDITAR LA AVENTURA DE IR DE MARBELLA A LIEBANA
En 2019, Adrián Ruiz Pelayo y Andrea Martello, recorrieron andando los más de 1.200 kilómetros que separan Marbella y Santo Toribio de Liebana en Cantabria. Lo hicieron sin dinero, sin alojamiento, sin comida y en 73 días en los que pasaron por más de un centenar de pueblos de siete comunidades autónomas españolas construyendo así Un Camino Por Descubrir.
En ese recorrido por España aprendieron mucho de sí mismos y de quienes encontraron por el Camino. Adrián y Andrea apenas tenían experiencia previa haciendo senderismo o yendo al campo. Por eso, pasaron cuatro días conociendo técnicas de supervivencia con los mejores, en la Escuela Anaconda de Pepe Ogalla en Ojén.
“Nosotros no pedíamos dinero, sólo comida y techo para dormir si era posible. Aunque fueran unas naranjas y un poco de arroz. Y nunca, en los 70 días de viaje, recibimos un NO”, recuerda Pelayo. “Dormimos bajo puentes, en soportales, en olivares, viñedos, refugios de pastores, escuelas rurales, etc. Pero nunca nos faltó la comida cuando la pedíamos a las personas que encontramos en el camino”, puntualiza Andrea. En ese primer Camino por Descubrir pasaron calor en las llanuras de Castilla. Frío helador en los montes de Ávila. Se lavaron en ríos, en fuentes y en embalses. Descubrieron la increíble riqueza patrimonial de lugares como Guadalupe o Talavera y la belleza de pequeños pueblos desconocidos como Guadalmez o Cuevas del Valle.
En unos días volverán a vivir experiencias similares pero con el objetivo de alcanzar una meta única: Roma, la Ciudad Eterna.